Gernika-Lumo. El tiempo es inexorable en su discurrir. Y nunca mejor dicho en el caso de los supervivientes del bombardeo de Gernika, ya que si buscamos esa palabra en el diccionario, nos encontramos con que literalmente significa "aquel al que no se le puede suplicar ni convencer". Porque a aquellos que vivieron el infierno acaecido en la tarde del 26 del abril de 1937 nunca se les podrá ni suplicar ni convencer para olvidar lo vivido. Es más, son la base de la transmisión del bombardeo, porque han legado a sus nietos una experiencia vital que ha permanecido inalterable al paso de las generaciones. Andone Bidaguren, Concha Bikandi y Romana Monasterio vivieron en sus carnes el horror del ataque aéreo, y en el calor de sus casas han contado sus vivencias a sus nietos. Tanto es así, que en las vidas de Gotzon Bareño, Julene Mendiola y Maialen Muruetagoiena siempre ha estado presente el terrible ataque aéreo. Lo conocen en primera persona. "Su legado será nuestro legado", señalan los nietos. Los testigos del bombardeo son la parte fundamental del siempre emotivo 26 de abril en Gernika. Diversos relatos y crónicas han llegado a narrar lo ocurrido, se han hecho vídeos y películas describiendo aquella tarde. Pero cuando los hechos son explicados por aquellos que estuvieron presentes en ese infierno de bombas y llamas, el relato llega a tocar sentimientos más profundos. Esa huella es algo que ahonda aún más en el caso de los nietos y nietas de los protagonistas. "Es algo que no se puede olvidar y estas fechas te lo vuelven a hacer vivir." Son palabras de Andone Bidaguren, gernikarra que vivió in situ lo sucedido y actualmente es uno de los rostros más conocidos de aquella masacre. Ha relatado lo ocurrido a muchos periodistas que se han interesado en el tema y ha participado en diversos documentales.

Aun así, cada vez que Bidaguren relata lo que vivió en primera persona, sus palabras no pierden ni un ápice de intensidad. Gotzon Bareño es uno de sus nietos. Joven, de 26 años, dice que "en casa es algo que siempre ha estado presente". Horas de conversación que sirven para conocer aquella barbarie. Los trabajos que les mandaba de la ikastola eran, según relata, una buena oportunidad para sentarse a charlar con su abuela e indagar acerca de lo ocurrido: "Eran una buena excusa para cuestionar sobre el bombardeo, porque muchas veces se desea preguntar, pero en la rutina diaria no se encuentra un momento adecuado, y, además, para ella es hacerle revivir lo ocurrido". Este año se ha creado en Gernika-Lumo una nueva plataforma, llamada Lobak. Los jóvenes del pueblo buscan un mayor papel durante las conmemoraciones de este infausto día, una especie de relevo generacional para mantener viva la voz de los supervivientes. Aunque la plataforma se haya nombrado como Lobak -nietos-, no significa que los que son parte de ella deban ser familiares directos, sino que buscan de la participación de la juventud del pueblo. Gotzon Bareño es uno de sus integrantes: "El día del bombardeo es un día especial para mí, pero en los actos de recuerdo las nuevas generaciones tienen poca participación, porque se nos quedan lejos a los mas jóvenes". Se trata, por lo tanto, de pasar el testigo del bombardeo a las nuevas generaciones. Y que la juventud, que atisba lejano en el tiempo aquel Gernika del 26 de abril de 1937, no olvida que fueron sus abuelos y abuelas los que sufrieron, en primera persona, el bombardeo.

Evocando recuerdos Otra de las participantes en la plataforma Lobak es Julene Mendiola. Y su abuela, Romana Monasterio, también sobrevivió a la masacre. Los ojos azules de Julene miran concentrados lo que dice su amuma mientras cuenta su experiencia. "Fue un día triste y cada vez que recuerdo el bombardeo me lleno de tristeza", cuenta la testigo. "Como yo, mucha gente acudió aquel día a Gernika, pero pocos volvimos. Cuando llega el aniversario me acuerdo de los amigos que se quedaron allí", evoca. Y es que aquella fecha era un lunes, tarde de mercado en el pueblo y la plaza se encontraba llena de gente.

La verdad de lo ocurrido es un poder que se encuentra en manos de los supervivientes que vieron con sus propios ojos lo acontecido aquella jornada. Pero la historia muchas veces es reinterpretada y la nueva ola del revisionismo es un mal que pueda llegar a hacer daño en un futuro. Cuando se cuestiona a Monasterio acerca de si lo que paso llegará a olvidarse algún día, contesta segura con un "nosotros nunca". "Puede ser que los jóvenes no tengan el mismo sentimiento que tenemos nosotros sobre el bombardeo, porque el que no lo ha visto lo siente menos. Aun así, creo que no", enfatiza.

Su nieta, Julene, es de la misma opinión que su abuela Romana, y tal y como ella señala, "el pueblo mismo es el mayor testigo de lo ocurrido. El Gernika que conocemos hoy en día es el pueblo que surgió tras el bombardeo y lo ocurrido es un sentimiento que lo lleva dentro, algo que es parte de su personalidad". Como la superviviente, también su descendiente opina que el bombardeo "es un hecho que difícilmente se olvidará". Gernika-Lumo es un pueblo que ha crecido sobre los escombros que fueron la prueba más clara del bombardeo. Un pueblo que, aunque haya aumentado su extensión, es una localidad en la que la mayor parte de sus habitantes siguen teniendo unos lazos cercanos. "Todos nos conocemos en este pueblo", aseguran tanto los tres jóvenes como sus abuelas. Tanto que la amistad que une a los supervivientes se mantiene a su vez entre los nietos de estos. Maialen Muruetagoiena es amiga de Julene Mendiola, así como Concha Bikandi lo es de Romana Monasterio.

Perdonar, sí; olvidar, no Bikandi es otra de las supervivientes del bombardeo, al igual que lo fue su marido. Después de 75 años, todavía hoy siente un escalofrío en todo el cuerpo. "Éramos niños pero nunca se me va a olvidar", según desliza de sus emotivas palabras. Ella es una de las asistentes que acuden a los actos de recuerdo que se celebran anualmente. "Cada año vienen los alemanes a pedir perdón a Gernika. Nos reúnen en el cementerio y nos piden perdón y yo digo: Perdonar sí, porque los que ahora vienen a pedirnos disculpas no tiene la culpa; pero olvidar, nunca", relata una superviviente que se emociona profundamente hablando de aquellos días.

En esa especie de relevo generacional que ocurre al unir a los testigos del drama y sus respectivos nietos, los sentimientos se muestran a flor de piel. Cuestionada Maialen Muruetagoiena acerca de si siente un deber especial para que no se olvide lo ocurrido al ser nieta de supervivientes, se muestra vehemente en su contestación. "Sí, lo siento. ¿Cómo no lo voy a sentir?", incide, explicando que es consciente de que "ese deber lo llevaré a cabo, y a mis descendientes les contaré la historia de mi abuela y de mi abuelo, para que ellos hagan lo mismo". Un recuerdo que se convertirá, dentro de unas décadas, en legado. La joven gernikarra muestra un gran interés sobre el tema, lo que la ha llevado a preguntar muchas veces a sus abuelos. Porque para ella, vale más el relato de sus familiares que aquello que pueda descubrir a través de los libros o los documentales. "Es un sentimiento fuerte que mi abuela y mi abuelo me han transmitido durante tantos años, y que yo también lo voy a hacer a mis descendientes. Y creo que mis sucesores sentirán el mismo escalofrío al escuchar las historias que mi amuma me cuenta", detalla convencida.

El manto del olvido es algo que nunca podrá cubrir el recuerdo del 26 de abril de 1937, ya que la transmisión intergeneracional está a salvo. Puede que la pintura de Picasso convirtiera a la localidad foral en un símbolo inmortal, pero el recuerdo de las víctimas también será testimonio del bombardeo. Hoy en día lo es. El tiempo se llevará a aquellos que tuvieron que soportar hasta 29 toneladas de bombas sobre sus cabezas, pero el testigo del recuerdo lo asirán los nietos. Bien lo saben Concha Bikandi, Andone Bidaguren y Romana Monasterio. "Es un suceso que nunca se olvidará", evidencian. "Pero nuestros nietos se lo contarán a sus hijos y nuestra experiencia pasará de generación en generación", esbozan sobre el futuro. Y la memoria del bombardeo de Gernika jamás se perderá, permanecerá viva en el tiempo.