vitoria. Nuevos tiempos, diferentes modalidades delictivas. Crímenes perpetrados a golpe de teclado y visualizados en la pantalla de un ordenador. Pero ni la distancia ni los subterfugios digitales garantizan el anonimato a los delincuentes. De hecho, uno de los frentes principales de la lucha contra los ciberdelitos actúa desde Vitoria. Su nombre es EDITE (Equipo de Investigación Tecnológica) y pertenece a la unidad operativa de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Álava. Cada jornada, los agentes que integran este grupo rastrean los rincones de Internet en busca de pederastas, estafadores, autores de amenazas o falsificadores. El equipo lleva doce años escudriñando la Red y los éxitos cosechados en este tiempo han sido notorios. La Ertzaintza también cuenta con su propia unidad de delitos informáticos, que forma parte de la de Investigación Criminal y Policía Judicial. A diario se enfrentan a ataques a páginas web, delitos contra las personas cometidos a través de Internet, como injurias o pornografía infantil, y también en casos de grooming o abuso de menores en Internet. Sin embargo, las medidas adoptadas para contener este fenómeno en incontestable expansión no se detienen ahí. El avance en el acoso a los delincuentes virtuales ha tenido recientemente su reflejo en la creación de un departamento ad hoc dentro de la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Álava, unidad liderada por Ana Ávila.

Los cuerpos policiales especializados en delitos informáticos y este nuevo departamento fiscal actúan ya de forma coordinada. La introducción de los smartphones en la rutina de los ciudadanos y la contratación masiva de conexiones a Internet para todo tipo de dispositivos ha multiplicado su trabajo de modo exponencial. No sólo el suyo, también el de los delincuentes, que cada día idean nuevas maneras de hacerse con el dinero ajeno a través de la Red.

Para incrementar su eficacia, los cuerpos de seguridad han aumentado su presencia en las redes sociales. Desde ellas, además de ofrecer consejos prácticos a los usuarios de Internet, recogen denuncias de forma totalmente anónima. Facebook y sobre todo Twitter, se han convertido en parte de su campo de acción.

Quizás los delitos que más preocupan a la opinión pública son los relacionados con la pedofilia. Dentro de este capítulo, la lucha de la Guardia Civil de Vitoria cuenta con amplia experiencia. La operación Nablot permitió hace cuatro años desmantelar una de las redes más peligrosas de distribución de pornografía infantil del Estado y detuvo a tres individuos, residentes en Tenerife y Barakaldo. Sin embargo, el peligro aún acecha desde la Red. El pasado febrero, agentes de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional desarticularon otra red de pederastas con ramificaciones en Vitoria. Los 57 arrestados intercambiaban archivos de extrema dureza, con imágenes de agresiones a menores incluidas, a través de sus ordenadores. Cinco de ellos resultaron ser reincidentes.

En julio del año pasado, la Guardia Civil detuvo ayer a dos personas en Alicante y registró un domicilio de Vitoria como parte de una operación en la que se acabó con una fuente de distribución de pornografía infantil a través de Internet. La intervención se saldó con la imputación de un vecino de la capital alavesa y con la intervención de 15 discos duros.

Pero éste no es el único cometido que tienen los cibervigilantes. También abundan las estafas. Esta misma semana, sin ir más lejos, la Guardia Civil ha lanzado una alerta sobre la última de ellas, muy elaborada y rocambolesca. Consiste en que un asesino contratado presuntamente para acabar con la vida del usuario de una determinada cuenta de correo electrónico le envía un mail explicándole que puede desistir de llevar a cabo su objetivo a cambio de un pago de 12.000 dólares. Para hacer más verosimil la historia, el sicario adjunta un dossier con datos personales de su víctima: dirección, número de teléfono, DNI e incluso fotografías.

Pero, ¿de dónde puede proceder este cúmulo de información que contribuye a hacer creíble la estafa? La propia Guardia Civil lo aclara: "Compras de coches frustradas, registros en páginas web de dudosa reputación y reenvío de bulos/hoax".

La osadía de los estafadores les lleva, incluso, a suplantar a la Policía. Un reciente virus informático bloquea los terminales, muestra un pantallazo con el logotipo de la Guardia Civil o de la Policía Nacional y amenaza con interponer una denuncia por haber visitado páginas pornográficas. La solución, previsible. Si se abonan 100 euros, se evita el bochorno. Muchos han sucumbido a la extorsión y han pagado.

La Ertzaintza, por su parte, avisa a los internautas que la Red está plagada de bellezas de Europa del Este en busca de amistad y amor, y de príncipes nigerianos que piden dinero para recuperar su fortuna embargada. Tras ambos escenarios se esconden los nuevos timadores. Con que sólo una persona pique pueden llevarse entre 3.000 y 100.000 euros, según calculan los responsables de la Sección Central de Delitos en Tecnología de la Información.

Otras modalidades de estafa presentan historias mucho más elaboradas. Hay quienes venden coches tirados de precio bajo el pretexto de que su titular, un británico, regresa a su país y ya no desea seguir usando un vehículo con el volante a la izquierda. La venta se pacta a través de una supuesta empresa de transportes de confianza que permite seguir vía web la ruta del vehículo desde Inglaterra hasta la frontera de España con Francia. Allí empiezan los problemas aduaneros y si el comprador cae en la trampa acaba pagando unas supuestas tasas para, finalmente, nunca recibir su coche.

Los ciberdelitos más denunciados en la CAV son los robos de datos bancarios, conocidos como phishing, las estafas de compraventa y los alquileres falsos. La Ertzaintza advierte de que tras ellos puede estar prácticamente cualquiera que tenga mala fe, un ordenador y conexión a Internet, ya que no hace falta ser un hacker para idear este tipo de timos.