GASTEIZ. Ésta es una de las conclusiones de la tesis del investigador David Palanca, que ha presentado en la Universidad del País Vasco su trabajo sobre la generalización del cultivo y consumo, tanto alimentario como médico, de la patata entre 1760 y 1860.

Palanca, licenciado en Veterinaria y coordinador de salud pública en la zona de Gernika-Lea Artibai, se ha basado en documentos de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, así como en todo tipo de textos judiciales y diocesanos de los tres territorios vascos.

Su investigación concluye que durante la Guerra de la Independencia en Gipuzkoa las tropas francesas arrancaban sembrados de patata para comer "porque había bastante hambre" y los vascos comprobaron que las comían y "no les pasaba nada, no tenían enfermedades y engordaban".

"Esto hizo que, sobre todo los alaveses, vieran la luz", porque "en Bizkaia y Gipuzkoa tenían la mar, pero Araba era totalmente agrícola" y sus ciudadanos dependían de las inclemencias del tiempo, ha explicado Palanca.

El hecho de que este tubérculo se cultive en el subsuelo hace que no le afecten las lluvias o las granizadas, como a otras cosechas, lo que llevó a aumentar su consumo considerablemente, sobre todo en Araba.

En Bizkaia y Gipuzkoa su uso estuvo más dirigido en aquella época a la alimentación animal.

Además, la patata se utilizó con fines médicos, sobre todo como cataplasma en quemaduras y tumoraciones, y como preventivo y curativo del escorbuto.

El investigador ha elegido la fecha de 1760 como punto de partida de su estudio al encontrar documentos sobre un pleito que hubo en el valle de Zuia por el pago del diezmo de la patata en 1816, que indican que este cultivo para entonces ya estaba presente en los tres territorios.

Según Palanca, se sabe que la expansión del cultivo en Araba se produjo rápidamente a partir de 1760 ya que la Iglesia recibía el diezmo de la patata en toda Araba, a excepción de la Rioja Alavesa, a finales del siglo XVIII.

Otros documentos revelan que en Gipuzkoa hacia 1764 se cultivaba patata en los municipios fronterizos de Irun y Hondarribia y que hacia 1770 también en Gabiria, Bergara y Legazpi. Para 1840 se extendió por todo el territorio.

En cuanto a Bizkaia, hacia 1774-77 se sembraba en algunos puntos de Bilbao y alrededores, y hacia 1830 su cultivo ya se había generalizado.