vitoria. Desorientados, con grados de ansiedad muy altos y estrés psicológico. Así llegan los afectados por posibles casos de bebés robados al Servicio de Atención a la Víctima del Gobierno Vasco. "Se intenta, sobre todo, que la búsqueda del familiar no sea la motivación de sus vidas, porque sería frustrante que no consigan encontrarlo y porque eso podría conducir a una depresión", advierten dos psicólogas que les asisten en Bilbao. La mayoría de los que han atendido son personas que sospechan que han sido niños robados. "En el momento en que descubren estos hechos se producen sentimientos de ambivalencia hacia los padres que realmente no son biológicos, derivados del secreto en el que ha sido educada esta persona, además del robo de la identidad real y una desconfianza hacia estas figuras referenciales básicas que les han criado. Por otra parte, sin embargo, hay amor porque estas personas les han sustentado", explica una de las expertas. También, añade, "se suele producir un desajuste en el psiquismo, proveniente de la sensación de no pertenecer a una familia con la que se ha estado conviviendo. Esto hace que se tengan que cambiar todos los cimientos en los que se ha sustentado su identidad. Esta persona se tiene que reinventar de nuevo, reemplazar ese pasado que le han estado contando". A estas dificultades se añade "el sentimiento de duelo por lo que quizá podría haber sido". Una expectativa que, según indica la psicóloga, se ve condicionada por la relación con la familia de crianza. "Si el vínculo ha sido inadecuado, habrá una esperanza a reelaborar un pasado distinto que te genera una identidad positiva también distinta. Pero si realmente has vivido en una familia no biológica adecuada, hay un temor a con qué te estas enfrentando en ese encuentro de tu familia biológica. Tanto que puede que no te guste y que exista un rechazo o que realmente no te interese para nada y haya mecanismos de negación o de evitación respecto a estos hechos". Las madres que están convencidas de que les arrebataron a sus bebés para darlos en adopción a otras familias sufren, por su parte, sentimientos depresivos y de duelo por la pérdida de sus hijos. "La sensación de incompletud de la composición familiar como consecuencia de la ausencia de este miembro es algo que se arrastra y que, cuando sabes efectivamente que ha sido robado, aumenta. Genera, además, un sentimiento de rabia hacia las personas responsables del delito y sentimientos desajustados de responsabilidad y de culpa respecto a las circunstancias en que fueron robados. Estos padres se pueden preguntar: ¿Yo cómo no me di cuenta? ¿Cómo me dejé engañar? Esto produce también una baja autoestima", indican las técnicas del Servicio de Atención a la Víctima. Al igual que los niños robados, las madres, dicen, también experimentan "un aumento de los niveles de ansiedad y sentimientos de esperanza en el reencuentro, a la vez que temor al rechazo por parte de este hijo, lo que supondría otro duelo". La exhumación de los restos de sus hijos es una de las experiencias más duras por las que tienen que pasar los afectados.