Vitoria. El currículum de Paula Farias (Madrid, 1968) es el de una energética mujer que ha combinado la herencia de una familia especializada en carreras de letras -su padre era el escritor Juan Farias- y su lado más científico: es especialista en Medicina Familiar y Medicina Tropical por la Complutense. De esta mezcla se lanzó a numerosos destinos conflictivos, por vocación "desde las tripas" pero consciente de que "somos bomberos, no buscamos soluciones globales". Ha pasado temporadas en el Rainbow Warrior de Greenpeace; trabajado como médico en Afganistán, Irak, Darfur, Angola o Congo; José Saramago prologó su libro Déjame contar un cuento; Javier Mariscal ha ilustrado Positive Generation y Alejandro Sanz coordinó los coros zimbauenses. Recogió el Goya al mejor documental en 2008 y Fernando León de Aranoa prepara una película con su novela Dejarse llover. De 2006 a 2010 fue presidenta de MSF España. Ella se encoge de hombros: "No trabajo más que otros, sólo que lo que hago es más visible", resume.
¡Cuántas experiencias! ¿Cooperante se nace en lugar de hacerse?
Sí, es una mezcla de todo, también de buscar fuera de los cauces habituales. Estudié Medicina porque es el mejor pasaporte para incorporarte a cualquier comunidad, a cualquier sitio del mundo, y no ir a observar, sino a participar. Te embarcas en un barco porque eres activista, pero también encuentras tu hueco porque eres médico.
Bueno, muchos médicos, y periodistas, prefieren estar tranquilos en un despacho.
La verdad es que, ahora, con mis tres chiquillos, prefiero no andar dando tumbos, pero hasta ahora... De hecho, yo dejé de salir a hacer emergencias porque me quedé embarazada en Darfur (su pareja es de MSF) y ya me vine a tenerlo en España.
Sí, porque ha vivido de cerca el riesgo, por ejemplo en Somalia, donde secuestraron a compañeras suyas.
No, yo en Somalia ya era presidenta de MSF. Estuve haciendo emergencias de 1992 a 2006, en que me quedé embarazada, y al no estar en el terreno me eligieron presidenta. Entonces viví el secuestro con toda esa responsabilidad, y es duro, porque estás lejos. Cuando estás en la trinchera no es duro, estás pendiente de tu trabajo, de que tienes que tirar adelante en el día, y no entras en el espacio de pensar en la catástrofe.
Pero ha estado en lugares conflictivos, viendo cosas muy duras.
Es verdad que cuando trabajas en emergencias, en conflictos, te la estás jugando todos los días, y no te preocupas, es una cosa más. Evidentemente, hay una guerra, y es una circunstancia, pero no algo que te lastre. Ahora sigo con mi indignación, y peleando todo lo que puedo, pero no puedo permitirme jugármela: tengo cachorros.
Pero nunca ha parado. Ahora está promocionando el libro, en secano...
Bueno, semisecano. Por ejemplo, he ido a Zimbaue, pero hay determinados contextos en que cuantifico el riesgo. Antes era parte de lo cotidiano, venía ya todo en el paquete. Yo y todos mis compañeros, es como trabajas en emergencias. El susto te lo pegas luego, cuando vuelves, que empiezas a analizar lo que has hecho y cómo te la has jugado, a veces pegando tiros al lado...
Dicen que quien escucha música todos los días es más feliz. ¿Con estos coros se ha querido exorcizar el drama del sida?
Este proyecto surgió en Zimbaue, pero podía haber sido en otro sitio de África. Los proyectos de sensibilización son importantes, y en muchos lugares africanos cantando se comunica mejor que con cuñas en la radio o panfletos. En algunas comunidades rurales es lo único que hay. En nuestros proyectos de sida los beneficiarios forman grupos de apoyo para explicarle a otra gente cómo están viviendo ellos el tratamiento, cómo se trata el sida... Ellos, con coros, van a aldeas de alrededor cantando y explicándolo. Este proyecto surgió porque Alejandro Sanz estaba en la campaña de Pastillas contra el dolor ajeno, y fue a Zimbaue, conoció los coros y se quedó maravillado de la calidad musical que tienen. Entonces surgió la idea de combinarlo con artistas internacionales, en una fusión muy bonita. Ellos lo cuentan cantando, pero sin fronteras. Y, lo que dices, sin esa retórica catastrofista. La idea era: vamos a poner resultados.
Parece que siempre se le ha puesto una máscara de ogro al sida, ¿no?
Aquí ha dejado de ser un ogro, porque es una enfermedad crónica, tratable. Nada que ver con aquellas plantas enteras en hospitales, en los 80-90. En África sigue siendo una catástrofe. Esta es una generación positiva, porque son seropositivos pero están vivos, cantando...
¿Y qué siente cuando el Papa le dice a la desmesurada y pobre población africana que no use preservativos?
(Lo piensa). No sé si realmente tiene mucha audiencia el Papa en África. Aquí tiene sus fans, pero allí... Me parece surrealista, me parece marciano. De todas maneras, las políticas sobre financiación para el sida en África están desviando fondos de los tratamientos para hacer campañas más preventivas, del uso del preservativo, etc. Pero está demostrado que la mejor prevención ahora es el tratamiento, porque un paciente tratado reduce su carga viral en un 96%. Y la hipocresía es que para inflar las campañas de prevención se desvían fondos de las de tratamiento. Con el argumento de que nadie más se infecte y asumiendo las bajas de los que están infectados. Hoy todo ese argumento se cae porque si tratas a los que están infectados dejan de ser infecciosos.
Y allí todavía el sida mata a 10 veces más personas que las guerras.
Claro, porque hay millones de personas que necesitan tratamiento urgente y no lo tienen. Entre ellos, casi un millón de niños. Las cosas empezaban a ir mejor, pero los últimos recortes del Fondo Global suponen que todas esas mejoras se puedan reducir. Hay millones de personas que no tienen acceso, pero algunos que estén tratándose. Bajo el paraguas de la crisis, que justifica todo. Son personas con nombre y apellido que si no se tratan se mueren.
Con una crisis económica mundial que no remite, ¿la solidaridad y la conciencia decrecen?
Nuestra experiencia en MSF es que la solidaridad individual no. Tenemos una base muy amplia, con muchas aportaciones pequeñas. Te apoyan con su voz, con su compromiso social. Y hay quien te llama disculpándose, porque no puede ayudar más. Los más frágiles con sus compromisos son los políticos, que cogen un papel y recortan presupuestos de aquí y de allí. Y no es que con eso pasen frío, es que la gente se muere. Eso es difícil de contar en abstracto, y una cosa que tiene el disco es que la gente pone cara al que canta, y le decimos: Esta persona, si le cortan el tratamiento, se va a morir.
¿Cuántos niños mueren al día de hambre o por males curables?
20 millones de niños sufren desnutrición aguda severa cada año. Unos 10.000 mueren de hambre todos los días. Y cerca de 270.000 menores de 15 años mueren cada año a causa del sida.