vitoria. Las estadísticas son tercas en lo que a accidentes de vehículos pesados cargados de materias peligrosas se refiere. Cada año, Euskadi registra entre 8 y 10 siniestros de gravedad variable pero con el denominador común del riesgo. El balance de la siniestralidad en el sector, con los datos de 2011 en la mano, arroja valores idénticos a los años anteriores, lo que ofrece una idea de continuidad que el presidente de la Asociación Vasca de Consejeros de Seguridad, Félix Serna, quiere convertir en reducción. Los profesionales pertenecientes a la agrupación que encabeza trabajan para rebajar esta tasa, lo que significa no sólo controlar la actividad de los transportistas, sino también la de los cargadores. "Los chóferes están sometidos a muchos controles, mientras que los cargadores apenas saben lo que son las inspecciones. Ello, unido a la crisis que lleva a las empresas a tratar de abaratar costes en todos los procesos, nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos", explica.

En el siniestro registrado ayer en Vitoria, con el vuelco de un camión cisterna cargado de sosa cáustica sobre el trazado de la autovía A-1, en principio da la impresión de que las cosas estaban bien hechas. El camión circulaba por la vía por la que debía hacerlo, el itinerario establecido para las rutas de mercancías peligrosas, y todo parece indicar que se trató de un accidente sin segundas lecturas. Ello, según advierte Serna, no quiere decir que siempre sea así. "Tenemos que andar detrás de los tacógrafos, porque se abusa mucho de los chóferes. Hace poco, detectamos que un transportista que se había levantado a las 4 de la mañana en Pamplona fue a las 6 a recoger una carga en una importante empresa alavesa radicada en Llodio. A las cinco de la tarde tenía previsto regresar a Llodio para un segundo transporte, pero lo paramos a tiempo. Con la crisis, los chóferes están desesperados por ganar dinero y en ocasiones se dan situaciones que no se deben tolerar", manifiesta. El incremento en la seguridad puede llegar de la mano de la modificación del decreto que regula el tratamiento de estas materias, que anteriormente dedicaba un sólo artículo a los consejeros de seguridad y ahora parece reservarles un capítulo completo.

El secretario de la Agrupación Empresarial Alavesa de Transporte por carretera, Iñaki López de Foronda, sigue por su parte reclamando exactamente lo mismo que pedía hace ya dos años: un corredor sin restricciones para los convoys que transportan materias peligrosas. Una ruta abierta todos los días del año y operativa a todas horas. La pelota, al disponer de competencias propias en materia de Transportes, está encajada en el alero del Gobierno Vasco, aunque de momento no parecen avecinarse avances en este sentido. Los profesionales no están en contra de las restricciones, sino de que estas se produzcan de forma generalizada.