más de 200.000 personas colaboran en los 15.000 organismos sociales existentes en Euskadi, lo que supone que cerca del 10% de los vascos participa activamente en labores de voluntariado. No son pocos, pero tampoco son suficientes. Aunque el número de colaboradores se viene manteniendo en los últimos años, lo cierto es que la dedicación ha ido disminuyendo. Si hace una década la permanencia media estaba en torno a los nueve años, hoy en día se limita a los cuatro. "Trabajar sin recibir dinero a cambio no está de moda", asegura Josu Arce, uno de ellos.

Sin embargo, la aportación que hacen a la sociedad va más allá de las compensación económica que podrían recibir por hacer el mismo trabajo. "El dinero se gasta y las experiencias se quedan", apunta Andoni Álvarez, otro voluntario gasteiztarra. Lo ideal sería hacer llegar este mensaje al mayor número de personas posible. Éste es, de hecho, uno de los objetivos que se ha marcado el Plan Joven Municipal. "El que seamos capaces de verlos como ciudadanos que participan activamente nos puede ayudar a romper estereotipos que, con excesiva facilidad, nos remiten a una juventud unida al conflicto, a situaciones delictivas o a comportamientos sociales inadecuados", explican desde el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Vitoria.

En los últimos años, de hecho, se han venido realizado distintas acciones dirigidas a fortalecer a las entidades de voluntariado y a difundir los beneficios que aportan estas actividades altruistas al conjunto de la sociedad. Sin ir más lejos, en 2011 se celebró el Año Europeo del Voluntariado como reconocimiento a todas esas personas. Este año, por su parte, el Gobierno Vasco acaba de prorrogar las líneas estratégicas que definen al II Plan vasco de Voluntariado 2008-2010. El citado plan está dotado con 24 millones de euros, una cantidad que probablemente no permitirá iniciar grandes proyectos, pero sí dar continuidad a las actividades iniciadas en años anteriores. Además, este año Euskadi será la anfitriona del Consejo Estatal del Voluntariado.

voluntarios

Cuatro jóvenes que prestan su tiempo de forma altruista

Con el fin de visibilizar el trabajo y la participación social de los jóvenes voluntarios en Vitoria, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA se ha reunido con un grupo de jóvenes que prestan su tiempo libre a los demás. Todos ellos coinciden en lo gratificante de la experiencia, y animan al resto a que lo prueben y lo difundan también.

A Andoni Álvarez, de 23 años, fue precisamente su ama quien le "engañó" para que empezara a ayudar en Aspace, la Asociación de Paralíticos Cerebrales de Álava. "Me dijo que me marchaba de vacaciones diez días", explica este maestro de Primaria. En aquellas colonias se encontró con gente que no estaba en sus mismas condiciones, que necesitaba que le echaran una mano. "Tenía que cuidarles, algo que no se me dio tan mal", asegura. De ello hace ya más de siete años. Después de aquel verano tomó la decisión de que su vida debía esta vinculada a la asociación. Desde entonces, cada fin de semana se reúne con estos chavales, todos ellos de edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. Les saca a pasear, a la bolera, las lleva de potes o al cine, una actividad que le gratifica cada vez más. "Es gente claramente mermada por su discapacidad, pero poder hacer con ellos cosas que nadie se imagina que pueden llegar a hacer, como disfrutar en Port Aventura, por ejemplo, da una satisfacción increíble". Andoni pone a disposición de Aspace dos horas a la semana, un tiempo que considera razonable. "No me supone ningún sacrificio, creo que todo el mundo lo puede sacar; además lo pasamos bien, es parte de mi ocio también", añade.

En esto coincide con Verónica Fernández, que desde que iba a la escuela está vinculada de alguna manera al voluntariado, bien como monitora de tiempo libre o colaborando en campos de trabajo. Para ella es una forma "de reivindicar un cambio". "Es una forma local de actuar que puede tener su repercusión a nivel global", dice. En concreto, fue un viaje a la zona rural de Chile lo que le abrió los ojos. Aquella aventura le ayudó a "poner caras" a la pobreza, o al reparto injusto de la riqueza, lo que le dio fuerzas para seguir desempeñando este trabajo. "Puedes leer mucho, asistir a cursos al respecto, pero no es hasta que conoces a esas personas que alcanzas la verdadera motivación", explica.

Esta joven gasteiztarra de 25 años estudió Comunicación Audiovisual, y actualmente trabaja como técnico de gestión de información en el Ayuntamiento de Vitoria. Sin embargo, buena parte de ese rato que no está trabajando lo pasa en las oficinas que tiene en el Casco Viejo la ONG Setem. La organización cuenta actualmente con un total de 60 voluntarios que les ayudan a organizar campañas, a planificar viajes a campos de trabajo, a impartir cursos formativos o a realizar tareas de comunicación. Los colaboradores se organizan en distintos comités aportando el tiempo que tengan disponible. Entre los voluntarios no hay un perfil único. Varían las edades y la formación académica de cada uno de ellos, pero Verónica reconoce que la gente más mayor es la que más tiempo permanece vinculada a la organización. "Los jóvenes suelen ser más inestables; algunos de ellos en cuanto encuentran un trabajo se marchan". En cualquier caso se muestra optimista respecto al grado de implicación de la juventud gasteiztarra: "Creo que estamos ante una juventud crítica y muy bien formada que cada vez se plantea más el sistema".

el movimiento scout

100 años de voluntariado

En Álava, una de las asociaciones con mayor historia en materia de voluntariado es el del movimiento scout. Desde que en 1912 Manuel Iradier fundara la primera Tropa de Exploradores de España en Vitoria, la cifra de colaboradores ha ido creciendo hasta el punto de que actualmente casi 70 jóvenes prestan su dedicación a los casi 400 niños alaveses asociados a la Federación de Eskaut de Euskal Herria.

Desde los nueve años Josune Ibisate, de 24, y Josu Arce, de 25, participan en un grupo de scout. Son colectivos de tiempo libre vinculados a las parroquias de los distintos barrios de la ciudad. Resumiendo, podría decirse que su objetivo es formar a una juventud más comprometida y solidaria. "Creo que en mi caso funcionó, soy la persona que soy gracias a este proyecto", asegura Josune. Es por ello que una vez cumplidos los 19 años decidió seguir formando parte de estos grupos, pero de otra manera, coordinando y asumiendo tareas de responsabilidad. Así se hizo ella voluntaria, al igual que Josu, que también lo vio claro una vez finalizada esta etapa. "Me vi obligado a devolver lo que el escultismo me había proporcionado a mí", señala.

Entre los beneficios alcanzados gracias a este movimiento ambos destacan la "progresión personal". "Con 15 años me encontré con gente con la que podía hablar de todo, de temas de los que normalmente no hablas con tu cuadrilla. Esta experiencia te abre los ojos", apunta Josune, convencida de que este tipo de actividades en las que además de pasarlo bien permiten conversar mucho con gente de todo tipo, hacen "que las cosas te lleguen antes". Ambos reconocen, sin embargo, que para llevar a cabo una labor de voluntariado hace falta tiempo. "Es verdad que hay cosas que tienes que dejar al lado, pero es una cuestión de marcarte prioridades", añade Josu.

Sin embargo, coinciden en que el esfuerzo realizado obtiene su recompensa. "Además de todo lo que aprendes, te das cuenta de que lo que haces funciona y cuando los chavales se hacen mayores, te lo agradecen", señala Josu. Lo que más lamentan es lo poco que está reconocida esta labor. "El voluntariado es un movimiento que está ahí, aunque en un segundo plano", añade Josune. En cualquier caso se muestran optimistas ante la actitud que muestra la juventud gasteiztarra. "Creo que no es cierto que pasen de todo, hay gente comprometida". En este sentido, ponen como ejemplo éxito del movimiento 15-M. "Ha sido una señal", cree Josu. Así, a quienes todavía no hayan dado el paso de colaborar con alguna de las muchas asociaciones existentes les mandan un mensaje para que se animen: "Vais a recibir mucho más de lo que habéis dado".