Vitoria. La realidad del sistema penitenciario poco tiene que ver con las imágenes extraídas de las películas carcelarias, los medios de comunicación o, de forma más general, el imaginario colectivo. Lo mismo sucede con un régimen penal que ha convertido a España en uno de los países con mayor porcentaje de población reclusa de Europa, gran parte de la cual no cumple condena por delitos de sangre, y en el que la palabra reinserción, por desgracia, brilla por su ausencia en demasiados casos.
Los gasteiztarras tendrán la oportunidad de acercarse a este universo complejo y desconocido, aunque más cercano de lo que muchos creen, desde una perspectiva integradora y próxima, que invita a reflexionar sobre la realidad de los penales sin cortapisas. Sin distorsiones, ni ocultismos. En esencia, a dar "un paseo educativo por los recovecos del sistema penal y penitenciario", según invitan los promotores de la iniciativa. Ésta responde al nombre de Expocárcel, una muestra itinerante forjada a través de 25 años de trabajo y que podrá disfrutarse desde el próximo lunes 30 y hasta el 12 de febrero en el Seminario Diocesano de la capital alavesa.
La exposición, que ayer fue presentada públicamente, llega a Vitoria después de haber recorrido un buen número de provincias del Estado y está impulsada por el colectivo Fe y Esperanza, que acumula años de trabajo en favor de la dignificación de la población reclusa y exreclusa y abogando por medidas alternativas a la privación de libertad. A su llegada a la ciudad ha contribuido, a su vez, una docena de asociaciones impulsadas por estos mismos objetivos, como la Comisión Antisida, Salhaketa, el personal de la cárcel de Álava/Araba o la Asociación de Ayuda al Preso.
La muestra se estructura a través de 1.500 metros cuadrados de figuras a tamaño natural, imágenes, fotografías y reflexiones diseminadas por diferentes espacios temáticos que recrean la visión que la ciudadanía de a pie tiene sobre el sistema penitenciario, lo que significa -y debería significar- la Justicia en el sentido más global de la palabra o el tránsito y el día a día de los condenados tanto dentro de las cárceles como de los tribunales, entre otros. Los testimonios recogidos en 70 prisiones españolas, obras realizadas por sus reclusos, los colectivos que empujan hacia su reinserción y personas de la calle pero vinculadas a estas realidades suman los pequeños granitos de arena que dan como resultado Expocárcel.
Luis Sandalio, comisario de la muestra, resumió ayer su espíritu en pocas palabras. "Lo que aquí exponemos es auténtico, es verdad. No buscamos una visión morbosa sino realista, sin seguir un pensamiento único". El recorrido pivota sobre la globalización y la crisis económica para enmarcar su contenido en la actualidad. Critica ferozmente a esos "verdaderos criminales", tal y como los denominó Sandalio, a quienes "nadie pone cara, rostros, ni nombres". Los mercados. Ese ente global que, movido por la "impunidad", es el responsable de una crisis "perfectamente programada" de antemano para "crear pobres" y "favorecer el negocio penitenciario". Porque las desigualdades sociales generadas por la coyuntura económica se retroalimentan con la generación de nuevos delincuentes comunes que sirven para llenar -atestar en algunos casos- las cárceles, muchas de ellas de nueva construcción. Como la alavesa de Zaballa, que cuenta con un espacio destacado en la muestra bajo el epígrafe Gris Capital.
El viaje comienza bajo la mirada de Don Quijote junto a un paisaje "desolador". Uno de esos molinos con los que el personaje de Cervantes se empeñaba en luchar representa al sistema penitenciario, observado con miedo por la sociedad. "El ser humano ignora la distancia que entre el bien y el mal se haya". Una cita de San Juan de la Cruz sintetiza a la perfección el significado de estos símbolos, que el sistema penal sólo se basa en la existencia de un inocente y un culpable pero no buscar solucionar los problemas.
Convertidos en buitres, los mercados cobran protagonismo en el segundo espacio de la muestra, aliados con "ese 1% de la población que ha llevado a tantas personas a la miseria". Los políticos, cuyas decisiones están detrás del asesinato masivo de niños en incontables conflictos bélicos o de la aplicación de la pena de muerte en, todavía, decenas de países. El paseo prosigue con un vistazo a las imágenes que la cárcel evoca entre la población general, enraizadas en el "miedo", y posteriormente se adentra precisamente en el penal, un espacio privativo no sólo de una libertad sino de una "cohorte" de ellas, espacios deshumanizados y carentes de intimidad. Un lugar que para otros sí ha servido para encontrar un sentido a su vida y donde muchos otros entraron -y siguen entrando- por luchar en favor de los derechos humanos.
El último espacio está dedicado al "palacio de la injusticia", tal y como lo definió Sandalio, y reflexiona sobre los problemas derivados de las prisiones preventivas, el encarcelamiento de enfermos psiquiátricos, la impunidad de los ricos ante el código penal, la supremacía de la disciplina sobre el tratamiento o la angustia que atrapa a los reclusos cuando regresan a la calle. "Todo el mundo puede tener remedio", sintetizó el comisario como mensaje final de la muestra. La entrada es libre, de 10.00 a 13.00 y de 16.00 a 19.00 horas, y existe la posibilidad de concertar visitas guiadas para colectivos concretos, incluidos escolares. También se desarrollarán cafés-tertulia en horario de tarde.