Laguardia. El Wine Oil Spa Villa de Laguardia, ubicado en la villa que da nombre a este centro hotelero en el corazón de la Cuadrilla de Rioja Alavesa, tendrá en breve uno de los tratamientos más singulares para la limpieza de la piel, la ictioterapia. Ésta, pese a su aparente novedad en estos lares, es una técnica utilizada desde hace siglos en balnearios orientales. Se trata de una forma natural de exfoliar minuciosamente la piel de manos y pies con la ayuda de peces. Estos, conocidos como fish spa -también reciben el apodo de peces masajistas-, se encargan de realizar una delicada succión de las células muertas de las extremidades en pequeños estanques. Es un tratamiento ecológico y muy estimulante que desde el pasado mes de octubre se ofrece a los clientes en los centros termales del citado grupo empresarial.
Este método, relajante y placentero, deja la piel suave, sana y limpia en profundidad. Además, estos animales, que tienen un tamaño de entre tres y seis centímetros de longitud, rocían la piel con una sustancia regeneradora con propiedades curativas llamada anthracina, que facilita su sanación. Además estimulan los puntos de acupuntura acelerando la circulación sanguínea.
Según la empresa que comercializa este tipo de tratamientos, la variedad de peces utilizados, de la especie garra rufa, es de agua dulce y provienen de la zona ocupada hoy por países como Turquía, Siria, Irak, Irán y Pakistán. Conocidos por los habitantes de estas zonas por sus poderes de limpiar y regenerar la piel, se utilizan desde hace años en balnearios otómanos. Los garra rufa no tienen dientes, por lo tanto, succionan las células muertas y dejan una capa nueva de piel, en una especie de pedicura, al tiempo que desprenden una sustancia con propiedades curativas, una enzima que tiene un efecto revitalizante en la piel nueva que debe ir creciendo.
El tratamiento con estos peces es indicado para muchos problemas de la piel, como la psoriasis, el eccema o el acné y también son muy apreciados en cosmética y pedicura, ya que exfolian la piel. La sensación es delicada, completamente indolora, incluso agradable. No tiene contraindicaciones siempre que se cumplan las normas básicas. Los lugares donde se pueden hacer las sesiones son pequeños tanques donde se meten las manos o los pies para hacer un masaje relajante, ya que las extremidades son donde se encuentran todas las terminaciones nerviosas del cuerpo y los puntos reflejos.
El caso es que allí donde se utiliza este tipo de tratamientos, triunfan. Por ejemplo, en San Sebastián. Allí, el polaco Eryk Matuszak fue el responsable de acercar hasta la capital guipuzcoana la ictioterapia. "La idea surgió tras un viaje a Tailandia. Después, en Inglaterra, vi un local similar al que tenemos aquí y me gustó. No queríamos un salón de belleza, sino algo asequible y para todos los públicos", explicaba el citado.
Inocuidad garantizada El procedimiento es sencillo. En primer lugar, es necesario limpiar los pies en un recipiente con agua templada. Después, se sumergen las extremidades inferiores en una especie de acuario a 33,9ºC, en el que unos 200 garra rufa se dirigen a succionar las pieles muertas produciendo una agradable sensación de cosquilleo. Este tipo de animal, que vive unos siete años, es también denominado pez doctor o pequeño dermatólogo, ya que, además de favorecer una piel más suave y joven, mejora la circulación de la sangre.
Es un pez bastante caro, raro y difícil de mantener porque necesita cuidados especiales. El hábitat tiene que ser el mismo que tienen en Siria o Turquía y el agua dulce donde están tiene que ser tratada. Además, hay que alimentarlos porque ellos no viven de las pieles. Ahí es donde podrían surgir ciertas reticencias, aunque los responsables de este tipo de iniciativas inciden en la inocuidad del tratamiento. Al parecer, la transmisión de enfermedades es imposible porque los peces no tienen dientes y no pueden producir heridas. Además, el protocolo indica que hay que limpiar el agua quince veces cada hora y esterilizarla con lámparas UVA que matan las posibles bacterias y algas. Sin embargo, sí que hay que tener cuidado porque los garra rufa tienen imitadores.