BILBAO. Iñaki Goirizelaia cumple hoy 18 años. "Mayoría de edad", como él dice. En realidad, el hoy rector de la UPV/EHU tiene 53 años, pero lo ocurrido a partir del otoño de 1993 le cambió la vida. Una indisposición le llevó al ambulatorio de Mungia y una consulta siguió a la otra hasta que en Houston le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin. Cáncer. El 11 de enero de 1994 comenzó el tratamiento de quimioterapia. "Ese día está marcado con letras de oro en mi interior -dice en el artículo que hoy publica este periódico en esta misma página-. Una nueva vida empezó a entrar por mis venas y, desde entonces, siempre digo que es mi segunda fecha de nacimiento". Hoy está totalmente curado y quiere celebrar su cumpleaños con este testimonio, para que sirva de ayuda a quienes padecen la enfermedad y como homenaje a quienes no pudieron superarla. Goirizelaia se encontraba un día de aquel otoño de 1993 jugando en el frontón de Mungia y le extrañó encontrarse tan cansado, pese a estar en buena forma. Al día siguiente, tuvo fiebre. Al de unos días, no podía hablar... "En la vida hay sorpresas. Tenía 35 años. Aquellos días apareció un nuevo camino en mi vida, sin yo pedirlo. Un camino duro, un camino árido".
Goirizelaia nunca había estado en el ambulatorio de Mungia. Ni siquiera conocía a su médico. Le remitieron al hospital de Cruces. No había diagnóstico claro. Las navidades las pasó en el hospital de Houston y en los primeros días de 1994, lo supo. "El significado de la palabra cáncer llenó todo mi cuerpo", dice. Justo ese mes le diagnosticaron la misma enfermedad a uno de los iconos de los Estados Unidos, Jacqueline Kennedy. "Se convirtió en una referencia para mí. Su fotografía estuvo pegada durante largo tiempo en la puerta de mi frigorífico". El 11 de enero de 1994 inició el tratamiento de quimioterapia. "El médico me habló claro: 70% a favor, 30% en contra. Tu cáncer es mi problema, yo debo curarte. Tú, por tu parte, haz todo lo que puedas, pero esto es cáncer y todavía no hemos conseguido superar esta enfermedad". De vuelta a Mungia, siguió el tratamiento. "Cada vez que recibía la quimio, lo hacía con gran ilusión (...) Mi cuerpo fue cambiando. Perdí el pelo y las pestañas, y la cara se me hinchó y cogió un color amarillento. No reconocía mi rostro en el espejo".
"No te quites el gorro" Iñaki Goirizelaia paseaba con frecuencia por la playa de Bakio y acompañaba a sus hijos (de 8 y 4 años) a los partidos y dantzaldis de los sábados y domingos. Siempre llevaba un gorro para cubrirse. Un día, antes de un partido, su hijo se le acercó y le dijo: "Aita, por favor, no te quites el gorro". "Le entendí muy bien", dice Goirizelaia. "Aquello me dio más fuerzas todavía". Tras un tratamiento de treinta días de radioterapia, llegaron los análisis y la luz: no había células cancerosas. "Parecía que estaba superado, pero tenían que pasar cinco años para estar totalmente curado". Hoy cumple 18. "Me ha llegado la mayoría de edad, sin darme cuenta. En este camino se me han acercado muchas personas a pedirme consejo. Muchos han visto que es posible superar esta maldita enfermedad. Para ellos, mi caso se ha convertido en un referente (...) Pero algunos se han ido para siempre, como Jacqueline Kennedy. Me costó mucho quitar su foto del frigorífico. Los recuerdo a todos. Muchos se fueron, otros lo han superado". Iñaki Goirizelaia recuerda a Alex Muñoz, profesor de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, fallecido hace unos días por cáncer. "Hoy quiero celebrar que la vida me ha dado la oportunidad de conoceros y de compartir vivencias con vosotros. Biba zuek!". El artículo finaliza recordando al personal del hospital de Cruces que le atendió y ayudó: "Vivo gracias a vosotros".