Donostia. La primera exhumación realizada en Gipuzkoa por una denuncia por un presunto caso de robo de bebés dejó ayer más sombras que luces en la resolución del caso de Mercedes Ocáriz, una donostiarra que el pasado mes de abril denunció el presunto robo de su niña recién nacida en julio de 1977. Tras la documentación presentada por la familia Losa Ocáriz, el fiscal admitió a trámite el caso y el juez encargado decidió dar luz verde a la exhumación del cuerpo, que estaba enterrado en el panteón familiar.
La apertura del panteón se llevó a cabo a primera hora de ayer en la intimidad, a petición expresa de la familia. Mercedes Ocáriz, la denunciante, acudió al camposanto de Polloe en Donostia acompañada de sus nueve hijos, que quisieron estar junto a su madre en estos delicados momentos.
"Estoy un poco nerviosa y esperando a ver qué puede salir. Es un momento bastante delicado", afirmaba en compañía de su hija Cecilia mientras esperaba a que el juez encargado del caso llegase al cementerio para supervisar la exhumación. "Si a mí dentro de un mes me llaman y me dicen que mi hija está aquí, estupendo", señalaba, con la esperanza de que todo esto acabe con el resultado positivo de las pruebas de ADN, que confirme que los restos enterrados corresponden a la hija fallecida de Mercedes.
Sin embargo, según pudo conocer este periódico, tras la exhumación, solo se hallaron cenizas y polvo. "No había más que cenizas y polvo, pero todavía no nos han dicho si esto es normal o no. Tendremos que esperar un par de meses a ver qué dicen las pruebas de ADN", señaló Amadeli Díaz, una de las portavoces de SOS Bebés Robados, con previsible cautela.
El hecho de que no se encontraran restos humanos visibles no es buena señal, ya que, a pesar de que hayan pasado 34 años desde el sepelio, deberían conservarse restos identificables a simple vista. "Si fuera un cadáver humano tiene que haber restos de huesos y, particularmente, de dientes", aseguraba Paco Etxeberria, profesor de medicina forense de la UPV y presidente de Aranzadi, al ser consultado por el caso. "En el momento del nacimiento los dientes ya están calcificados por lo que si una criatura nace en los plazos normales de embarazo, tendrían que quedar restos", indicó.
En su valoración, Etxeberria no pasó por alto los daños que estos restos hayan podido sufrir a causa del paso del tiempo o de las inclemencias meteorológicas. "Aquí llueve mucho y la lluvia puede perjudicar mucho los huesos, pero la calcificación del diente tendría que haber quedado", señaló.
Etxeberria insistió en que en el caso de tratarse de restos humanos, siempre quedan restos óseos visibles. "Pueden estar muy rotos, muy fragmentados, muy desechos, y a todos esos restos igual alguien les puede llamar cenizas, pero tienen que aparecer esquirlas de hueso", aseveró.
Serán las pruebas de ADN las que determinen si los restos encontrados corresponden a la hija de Mercedes o si, como sospecha la familia, en el parto de esta niña se incurrió en diversas irregularidades. "De momento, el único paso que vamos a seguir es el de la prudencia", decía cautelosa.