El autocuidado personal, la alimentación, las tareas del hogar y, sobre todo, la atención de niños, enfermos y personas mayores suponen para una buena parte de la población un trabajo no remunerado al que deben dedicar muchas horas. Un estudio dirigido por la socióloga María Ángeles Durán para la Fundación BBVA desvela que el trabajo no remunerado es "el gigante escondido" de la economía y que equivale al 53% del PIB estatal. El estudio también confirma algunos puntos bien conocidos -como que la mayor parte del trabajo no remunerado lo realizan las mujeres- y hace una previsión preocupante: la demanda de cuidados personales crecerá en el Estado español un 50% entre 2012 y 2050, con especial incidencia en el segmento de personas mayores, que actualmente copa el 27,5% de esta demanda y en el año 2050 podría llegar al 46%.

La situación y su previsible evolución en los próximos años es aún más grave en Euskadi, dado que cuenta con una tasa de mayores de 65 años superior a la media estatal y las proyecciones demográficas indican que desde ahora y hasta 2020 la población de más de 64 años crecerá un 22% y alcanzará el medio millón de personas, mientras que la población de más de 79 años aumentará todavía más rápidamente (38%) hasta las 162.000 personas. En la actualidad en el País Vasco hay más de 417.000 personas mayores de 65 años, lo que supone el 19,2% del total de la población vasca. Se prevé que durante la próxima década esa cifra se eleve hasta alcanzar el 25%. Además, en la CAV se da una relación de 1,4 personas de 65 y más años por cada menor de 16 años, superando la proporción media del conjunto de España, que es de 1,1.

Esto significa que la demanda de cuidados asociados al envejecimiento -atención de ancianos, tanto si son dependientes como si no- tendrá un peso muy importante en Euskadi durante los próximos años.

Desequilibrio El equipo coordinado por María Ángeles Durán define el trabajo no remunerado como "el que se presta sin una contrapartida de dinero y sin la expectativa de que quien lo recibe vaya a remunerarlo de forma proporcionada al tiempo que se ha dedicado a dicho trabajo". Su estudio cifra en 730 horas anuales -2 horas diarias- el tiempo que la mayoría de los varones españoles (un 72%) dedica a labores no remuneradas de tipo material, lo que excluye el cuidado de personas. El 46% de las mujeres dedica también ese tiempo, pero la mayoría emplea más horas. En el grupo específico de las amas de casa, la dedicación al trabajo no remunerado varía entre 1.461 horas anuales (4 horas al día) y 2.920 (8 horas diarias).

La última Encuesta de Empleo del Tiempo del INE, correspondiente a 2009-2010, revela que aunque la participación de la mujer en el trabajo remunerado había aumentado 3 puntos y la del hombre había bajado en 4 puntos, la diferencia del porcentaje de empleados remunerados sigue estando a favor de los varones con un 38,7%, frente al 28,2% de las mujeres. En cambio, cuando se trata de trabajo no remunerado, la misma encuesta cifra en un 91,9% las mujeres que participan en él, frente a un 74,7% de los hombres. En tiempo, se estima que como media las mujeres dedican dos horas diarias más al trabajo del hogar que los hombres.

Según las tablas de empleo del tiempo utilizadas en el estudio, los ciudadanos vascos dedican al trabajo no remunerado una media de 26 horas semanales, cifra que coincide básicamente con la media estatal. El tiempo empleado en desplazamientos (siete horas y media a la semana) es inferior a la medida del Estado (ocho horas), mientras que el tiempo libre de los vascos (algo más de 36 horas a la semana) supera al del conjunto de los españoles (unas 32 horas).

En la presentación del estudio sobre trabajo no remunerado, la profesora Durán apuntó que la diferencia entre la carga de trabajo global (suma del pagado y el no pagado) entre hombres y mujeres es "abrumadora", pues "es mucho más alta para ellas que para ellos". Durán aseguró que esto va a suponer "un problema a corto plazo, pues la mujer se está incorporando cada vez más al mercado laboral y habrá que buscar mecanismos para sustituirlas". Durán recomendó "poner en la agenda" el tema de los cuidados y del trabajo no remunerado, "si no queremos tener ancianos solos y mal cuidados".

Sobre el tema de la atención familiar a los mayores y dependientes, María Ángeles Durán explicó que "había un proceso ascendente de trasvase al mercado, sobre todo en cuidados. La crisis ha contraído esa tendencia, pero las previsiones nos dicen que la demanda seguirá aumentando por una razón demográfica, de envejecimiento de la población y cronificación de algunas enfermedades, aunque pueden introducirse factores correctores -medicina preventiva- para demorar la necesidad de cuidado en mayores y enfermos". La realidad es que existe una población envejecida que ve progresivamente limitada su autonomía para realizar actividades cotidianas y que requiere cada vez más del cuidado por parte de personas de su entorno. Una de las consecuencias ineludibles del envejecimiento es que la necesidad de transferencias y servicios vinculados al colectivo de personas mayores va a incrementarse.

Mayores y solos En Euskadi se prevé que el periodo 2014-2020 el número de hogares de personas de edad media-alta (35-64 años), se incremente moderadamente, mientras que el número de hogares con personas de referencia de edad avanzada (65 y más años), crecerá de forma muy sustancial, hasta representar un 37,6% del total de hogares en 2020.

Suponiendo que la proporción de hogares unipersonales aumente hasta un 25% en 2020 y que la mitad de los mismos sean personas de más de 64 años, la cifra de personas mayores viviendo solas en la CAV aumentaría hasta más de 110.000 personas (30.000 más que en la actualidad).

Por otro lado, el empeoramiento de la salud a medida que avanza la edad es percibido por las propias personas, como se refleja en la última Encuesta de Salud del Gobierno vasco. Si en el conjunto de la población vasca, el 80% califica su salud en términos de buena, muy buena o excelente, este porcentaje en el grupo de los mayores de 64 años desciende hasta el 56% para aumentar la importancia de los que la califican en términos de regular (36%) o mala (8%). Esa percepción subjetiva más negativa se ve avalada con datos como las tasas de incapacidad funcional de los mayores de 64 años que aumentan en torno a 12 puntos porcentuales respecto a las del conjunto de la población.

Por grupos de discapacidad y según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia del INE, en las personas mayores de 64 años destacan el incremento que experimentan sobre todo las tasas relacionadas con la movilidad, el autocuidado y las actividades de la vida doméstica. En el caso del autocuidado, 153 personas mayores de 64 años de cada 1.000 presentan esta discapacidad, proporción que aumenta hasta 171‰ para las actividades de la vida doméstica y casi 195‰ de cada mil en el caso de la movilidad. Aplicadas las tasas actuales de discapacidad para la movilidad, el autocuidado o la vida doméstica a la población mayor estimada para 2020 en Euskadi, el número absoluto de personas afectadas aumentaría según grupo de discapacidad entre 15.350 (autocuidado) y 19.500 (movilidad), alcanzando un total de más de 97.000 personas afectadas en este último grupo.

La profesora Durán señaló al respecto que los ciudadanos "deben empezar a concienciarse de que van a necesitar muchos cuidados cuando sean ancianos" y de que van a invertir en ellos "la mayor parte de sus ahorros".