Vitoria. Adicta a la expresión artística como vehículo para el eco de su paladar semántico, la cultura euskaldun encuentra en la música una de sus principales llaves de conexión con el público. Lo sabe bien la Semana del Euskera y por ello coloca el altavoz de la fiesta para reivindicar esa labor con una especial atención al ritmo, la melodía y el verso con voluntad de estribillo. El pabellón de Mendizorroza vuelve una vez más a tornarse pabellón auditivo con una cita que reunirá a siete bandas que conjugan ideas, sentimientos y emociones en euskera, con Gatibu y Kerobia como cabezas de un cartel que completan E.H. Sukarra, Txapelpunk, Hesian, Lain y Trumbo, todo ello a partir de las 17.00 horas.
Pronto sí, al modo de vecinos macrofestivales como Azkena Rock Festival, para poder ofrecer tiempo a los repertorios y a las propuestas de las siete bandas, y no liofilizar el resultado final permitiendo a cada una desplegar su trabajo.
Trabajos como el de Gatibu, que será a buen seguro -todavía duradera la leyenda de su cantante al frente de Exkixu-, una de las bandas más esperadas de la jornada, Gatibu, con su presencia en Amurrio como más reciente poso en tierras alavesas. Lo será con su última colección de temas, Zuzenean bizitzeko gogoan, con la que Alex Sardui (voz), Haimar Arejita (guitarra eléctrica y acústica), Mikel Caballero (bajo), Gaizka Salazar (batería) volverán a desplegar su apuesta por el rock más pegado a la fiesta, al baile y a ese desenfreno que busca toda cita del género que se precie.
Algo que saben hacer muy bien, por cierto, los integrantes del grupo Kerobia, que puso toda la carne en el asador, hace dos años, sobre las tablas de Arabatakada en Mendizabala. Pop-rock sin concesiones, adicto a la velocidad, es lo que factura el grupo nacido hace ya una década en Iruñea y actualmente integrado por Xabi Fernandez (voz y guitarra), Mikel Zorrilla (batería), Alberto Isaba (bajo), Mikel Isaba (teclas) y Rubén Matilla (guitarra). Ontziak, su quinto trabajo, es la quinta referencia de una banda que crece año a año.
Lleva creciendo mucho más que ninguna otra de las presentes en el cartel la música de E.H. Sukarra, uno de los auténticos -y cada vez más escasos- clásicos del rock euskaldun, que sigue en la brecha de los escenarios más de veinte años después de echar a andar en su Eibar natal, compartiendo local con otros referenciales de la localidad, Su Ta Gar. Por eso quizás, tras sumar siete discos a lo largo de esas dos décadas, decidieron que su última grabación fuera un Zuzenean que se alimenta de sus impertérritas canciones de referencia. "Gu gerala E.H. Sukarra" sonará sí o sí.
Entre el punk y el rock, con aires de la Sakana, llegará el redefinido grupo Hesian, que presentará los temas de su más que recientísimo disco Hitzetik sobre las tablas que cada año disfrutan apenas del jazz y de un par de encuentros musicales más. Pop-rock, desde Billabona, es lo que ofrecerán los integrantes del quinteto Lain. Txapelpunk, por su parte, llegará con sello de Lekeitio para dar rienda suelta a la última sílaba de su nombre.
La única presencia local llegará de la mano del trío Trumbo, que ha autoeditado hace apenas unos meses su primer, homónimo y autoeditado trabajo discográfico, una colección de temas de rock adicto a los contrastes, a la calma que precede a la intensidad y viceversa, ejecutado el tándem en temas como Zizareak, Hemen gaude, Hiru erregeen mahaia o Iritzia, que han compartido recientemente en una gira con Cobra.
La música euskaldun vive desde hace años un momento de esos que suelen acompañarse del adjetivo dorado, aunque estéticamente parece mucho más predispuesta a los tonos de la plata. No ocupa, eso sí, un segundo cajón. Ni mucho menos. Pudo comprobarse hace unos días con la visita de Katamalo a la Jimmy Jazz, una velada seguida en fervoroso y apasionado silencio por todos los que se acercaron a su convocatoria. ¡Encima dominical! No se trata de la misma propuesta. El euskera une a esas bandas, sí, pero sus coordenadas musicales, en muchos casos, las separan. La apuesta por un idioma reúne a siete grupos -número de la suerte, ya que hablamos de apuestas- que juegan sus ritmos paladeando cada rincón de historia que se esconde -o muestra- en sus palabras. Palabras que se cantarán y se corearán en Mendi.