Bilbao. Hace poco el rector de la UPV/EHU, Iñaki Goirizelaia, hacía esta reflexión: "Me gustaría contratar a un premio Nobel o a profesionales como los contrata el MIT, pero en este país es imposible. ¿Un Nobel aceptaría trabajar como profesor aquí si le dices que se tiene que acreditar y seguir una determinada carrera?". Esta queja sobre la falta de autonomía al que el exceso de regulación ha condenado a las universidades, va al hilo de la nueva reforma que el Ministerio de Educación plantea llevar adelante. El propio Ministerio reconoce tras la evaluación de la Estrategia Universidad 2015 lo que subraya el exrector de la UPV/EHU, Pello Salaburu, en su libro España y el Proceso de Bolonia: "Bolonia ha sido una condición necesaria pero insuficiente" para modernizar la universidad.
Los últimos diez años de cambios en la Educación Superior a golpe de leyes y decretos sucesivos no han servido para incrementar la excelencia docente e investigadora de la universidad, su internacionalización o la transferencia del conocimiento. Al menos, no en la medida y al ritmo necesarios. Muchos países, fundamentalmente del Norte de Europa y el Sudeste Asiático, están reformando sus sistemas de forma eficaz. Y España, cuya situación de partida era mucho peor, no puede permanecer de brazos cruzados ya que la universidad es el ser o no ser del nuevo modelo económico. Una comisión de expertos internacionales para el seguimiento de la Estrategia Universidad 2015, tras más de un año de trabajo, ha elaborado un informe que incluye 25 recomendaciones para culminar con éxito la modernización del sistema, por encima de eventuales cambios de gobierno. Aplicarlas, aseguran, resulta condición "sine qua non" para hacer competitivas a las universidades en el ámbito local y, sobre todo, internacional.
Uno de los cambios de mayor calado reside en la política de contratación. Llega en un momento muy oportuno porque en la próxima década un tercio del profesorado alcanzará la edad de jubilación. La comisión considera que las universidades "deberían disponer de autoridad para contratar, evaluar y ascender a su personal". La fórmula para hacerlo sería mediante la publicación de convocatorias públicas a nivel nacional, europeo e internacional, lo que indudablemente elevará la calidad de los docentes. Los nuevos puestos deberían ser ocupados por académicos con conocimiento suficiente de inglés o con la voluntad de aprenderlo en un plazo corto, así como por investigadores que hayan pasado una temporada en el extranjero. Así, además de enriquecer con otras experiencias su desempeño, se cumpliría el principio de que las universidades deben ser centros de investigación en los que además se enseña y no instituciones consagradas exclusivamente a la docencia.
Fusión de las universidades Aunque no todo el mundo comparte la idoneidad de los rankings internacionales para medir la excelencia de las universidades, hoy día son algo así como la unidad de medida de su competitividad. El caso es que las universidades españolas no es que no estén en los puestos de cabeza, sino que hay que bucear hasta la mitad de la tabla para dar con alguna. La Universidad de Barcelona y, más recientemente, la Universidad Pompeu Fabra, suelen aparecer entre las 200 universidades más destacadas en rankings, como el de la Universidad de Shanghái o el Times Higer Education. El caso de la Pompeu Fabra es especialmente loable si se tiene en cuenta que la institución no tiene más de veinte años de historia.
Según los expertos, el tamaño es un factor determinante para figurar en los rankings. Por ahí va una de las recomendaciones más controvertidas del informe: la fusión de universidades. La comisión apunta que "podría resultar conveniente llevar a cabo una fusión estratégica de universidades españolas", para aumentar su tamaño y evitar la multiplicación de la oferta. Las fusiones serían "voluntarias". Algunos países europeos, como Alemania o Suecia, ya han dado el paso. Por ejemplo, Finlandia ha reducido de 20 a 15 el número de sus universidades. En el Estado, sólo la Universidad de Oviedo ha protagonizado una fusión de sus facultades y escuelas universitarias, en un caso más de reorganización interna que de fusión real. Con Euskampus, la UPV/EHU ha apostado por una agregación estratégica, que no fusión, con el Donostia International Physics Center y Tecnalia. Se propone además crear un campus transfronterizo con las universidades de Burdeos.
En palabras de Goirizelaia, con este proyecto "nos hemos comprometido a la realización de un Plan Estratégico conjunto, cuya ejecución convertirá a Euskampus y al PRES (Pôle de recherche et d'enseignement supérieur) de Burdeos en la referencia universitaria del Arco Atlántico Europeo". Pero la Ley va por detrás de los acontecimientos. A día de hoy no se ha llegado a materializar el necesario convenio entre Estado español y el Estado francés para crear este tipo de campus, que también plantean llevar a cabo las universidades de Zaragoza, Girona e Illes Balears. El último movimiento se produjo el pasado día 6 en París, en la 5ª Reunión sobre las Líneas de Orientación de la Cooperación Hispano-Francesa en Materia de Enseñanza Superior. No fue más que un amago.
En el encuentro, el secretario general de Universidades, Màrius Rubiralta, y su homólogo francés, Patrik Hetzel, solo ratificaron una Declaración de Intenciones sobre cooperación para la promoción de los campus transfronterizos que busca "juntar y coordinar nuestros esfuerzos". Es decir, no hay convenio pero sí intención de formalizarlo en un plazo indeterminado. Dicho convenio, tiene entre sus objetivos la puesta en marcha de formaciones conjuntas en los tres niveles universitarios (grado/licence, master y doctorado); colaboraciones con instituciones de investigación e innovación, o la promoción de las operaciones de transferencia de conocimiento y colaboraciones con sectores industriales innovadores.