Vitoria. La letra con sangre entra. Literal. Es lo que le ocurrió a una alumna de la Escuela de Idiomas que disfrutaba de su horario lectivo dentro de las instalaciones del antiguo colegio Pío Baroja. Eran las 17.00 horas del pasado 5 de octubre y la mujer se disponía, como otros tantos compañeros, a acceder al aula cuando se llevó el susto de su vida. Un estruendo sobresaltó a todos los presentes, que vieron cómo una de las ventanas de lamas que filtran la iluminación del recinto se desplomaba e iba a dar, desafortunadamente, contra la cabeza de la víctima. Testigos de lo sucedido aseguraron que en ocasiones anteriores ya habían tenido problemas con los anclajes de las cristaleras y que esta en particular "estaba bastante mal sujeta".
Tras la alarma generalizada, llegó el momento de ejecutar el balance de daños. Según constató la propia dirección del centro, la mujer se llevó un fuerte golpe en la nariz con corte sangrante incluido, si bien el parte de lesiones que los equipos médicos de urgencia redactaron a partir del incidente recogió un traumatismo en la cabeza en toda regla.
Como sucede normalmente en este tipo de incidentes, se notificó lo ocurrido a la Policía Municipal de Vitoria, una de cuyas patrullas se personó rápidamente en el centro educativo y elaboró el atestado pertinente.
Pertrechada con el atestado policial, el parte de lesiones y la correspondiente lesión craneal, la mujer ha decidido emprender acciones legales de cara a obtener la indemnización a la que, por ley, tiene derecho. De hecho, ya ha interpuesto una reclamación ante el Gobierno Vasco, institución que gestiona el centro, pero llegados a este punto se abre un pequeño interrogante. En realidad, el titular de las instalaciones académicas es el Ayuntamiento, quien a su vez alquila el colegio al Ejecutivo autonómico para que puedan desarrollarse de forma provisional las labores propias de la Escuela de Idiomas, que en su día se quedó pequeña para acoger a tanto alumno.
Sea como fuere, la razón y un importante chichón como prueba asisten a la alumna que ha recibido una de las lecciones más importantes de la vida: apartarse a la menor señal de peligro.