Vitoria. cada mes de septiembre casi 3.000 alumnos inician por primera vez los estudios de FP en algún centro educativo de Álava. Desde que estalló la crisis hace cuatro años se ha convertido en la opción más segura para acceder al mercado laboral. Así lo han repetido en reiteradas ocasiones políticos, profesores y empresarios, bajo el convencimiento de que la formación es la herramienta más adecuada para salir de esta difícil situación económica.
Sin embargo, ni la preparación más técnica y especializada consigue liberar a los jóvenes de las garras del desempleo, que arrastra casi a una tercera parte de este colectivo. Los ciclos formativos ya no garantizan la empleabilidad al cien por cien. La tasa de inserción se sitúa actualmente entre un 60 y un 80%, dependiendo de la especialidad que se elija. No cabe duda de que sigue siendo una cifra alta, pero no comparable con la del año 2007.
Los estudiantes de FP no son ajenos a ello, y en las aulas se palpa la preocupación. "El futuro es incierto, no sé dónde voy a acabar. De momento sólo he conseguido contratos basura", explica Miguel Javier García. A sus 26 años, este joven ha decidido retornar a las aulas para tratar de corregir una decisión que tomó cuando tan sólo tenía 18. "Dejé los estudios de forma prematura para ponerme a trabajar como tornero fresador. En aquellos tiempos era fácil encontrar un empleo", explica.
No fue el único. Como él miles de vascos abandonaron las aulas para incorporarse a un mercado en pleno auge que demandaba mano de obra fácil. Se calcula que en la actualidad una quinta parte de la población de entre 25 y 29 años tiene un nivel de cualificación bajo. El Gobierno Vasco advierte del peligro que corren estos jóvenes si se tiene en cuenta que para el año 2020 en Europa se destruirán más de 12 millones de empleos dirigidos a trabajadores sin estudios.
Consciente de ello Mikel Larrazabal no lo dudó ni un momento cuando se matriculó en Nieves Cano, donde ahora cursa un ciclo superior de Programación de la Producción en Fabricación Mecánica. También él se quedó sin empleo cuando la economía empezó a tambalearse, por lo que decidió formarse más. "Creo que hay que reciclarse, aunque se esté trabajando", apunta. A pesar de que ha elegido una de las ramas con mayor posibilidad de empleo, no oculta su inquietud por el escenario actual. "Hay dificultades incluso para encontrar prácticas en empresas y es normal. Antes éramos sólo seis en una clase y ahora somos 21", asegura.
La Formación Profesional ha experimentado estos últimos años un aumento importante de alumnos que han elegido esta opción frente a otras más tradicionales, como la universidad. En concreto, en Álava, el número de matriculaciones ha crecido un 17% desde que estalló la crisis. Con el paso del tiempo algunos tópicos van perdiendo peso, como aquel que sostenía que los ciclos formativos eran para vagos.
Adrián Carrión es un buen ejemplo de que las cosas están cambiando. "Dejé el Bachillerato no porque sacara malas notas, sino porque lo que estudiaba no me motivaba", explica este joven de 19 años. Fue él mismo quien buscó asesoramiento en los centros que imparten FP, pero reconoce que no es lo normal. "Los chavales suelen disponer de poca información, por eso la mayoría acaba yendo a la universidad. Llegan allí casi en pañales y salen como han entrado, con mucha teoría y poca práctica", añade este joven que ahora estudia Informática en Diocesanas.
Pese a las dificultades, no hay duda de que las nuevas generaciones apuestan por la FP, al menos en una proporción no muy alejada a la de quienes prefieren matricularse en la facultad. Casos como el de Nekane Anzuola y Haizea Galarza dan clara cuenta de ello. Con 21 y 19 años, respectivamente, estudian segundo curso de Integración Social en el instituto Francisco de Vitoria. "Es más dinámico y la experiencia es lo que cuenta", declara Haizea. Pese a su juventud, ambas tienen ganas de empezar a trabajar, aunque la realidad les desanima. "Me gusta lo que estudio pero veo el futuro negro. Antes, en el lugar donde llevabas a cabo las prácticas tenías la oportunidad de quedarte, ahora es casi imposible", añade Nekane.
Además, el ciclo elegido por ellas no es precisamente uno de los que más salidas profesionales tiene. El paro está castigando con mayor fuerza al sector servicios, donde se concentran gran parte de las mujeres. Por el contrario, sólo dos de cada diez matrículas en la rama industrial son femeninas. Los orientadores no han logrado aún ese cambio de mentalidad para liberarlas de los prejuicios y que no tengan reparos en colocarse enfrente de una máquina, de ahí que el desempleo entre ellas sea mayor. "Puede que sea cierto, pero yo no tendría ningún problema en hacer Mecanizado, lo que ocurre es que no me gusta", apunta Haizea.
el futuro
¿Complementar la FP con la Universidad?
Ninguna de las dos se plantea, de momento, proseguir sus estudios en la universidad, aunque el tiempo lo dirá. Quien sí lo está haciendo es Miguel Javier, el mayor de todos, que no tiene prisa en seguir preparándose si eso le puede abrir más puertas de cara a encontrar un trabajo. "Aunque tenga que acabar la carrera a los 30 años, me da igual. He empezado desde abajo pero voy a llegar hasta lo más alto con una experiencia práctica que otros no tienen", asegura. Tampoco lo descarta Mikel, a quien sin embargo sí le preocupa que el tiempo se le eche encima. "Tengo 23 años y tal y como están las cosas debería empezar a cotizar. Pero si consigo algún modo de compaginar el trabajo con la universidad sí que lo voy a hacer", añade.
De hecho, cada vez son más los jóvenes que emprenden este camino. Se calcula que el 20% de los alumnos que empieza la universidad en el campus de Álava procede de la FP. En concreto, el pasado año 293 jóvenes tomaron la decisión de continuar los estudios en esta universidad, un 40% más que hace tres años. Sin duda la crisis ha sido la que ha disparado estas cifras. Hoy en día son ya muchos los expertos que abogan por combinar ambos tipos de estudios. Así lo aseguraba recientemente el nuevo director del instituto Jesús Obrero, Jorge Urrutia, en una entrevista concedida a este periódico. "En este momento lo ideal no es elegir entre FP o universidad, sino la suma de ambas".
Cada vez resulta más fácil trazar un puente entre el instituto y la facultad, aunque todavía queda camino por recorrer para que la transición resulte sencilla. Los estudiantes demandan un sistema de convalidaciones que les permita pasar menos tiempo en el aula, y es que al igual que hay alumnos de FP que completan sus estudios en la universidad, también hay graduados que regresan al instituto. En ambos casos invierten no menos de seis años. En este sentido, el convenio que acaban de alcanzar Jesús Obrero y la Universidad de Deusto para dar mayores facilidades a los alumnos del instituto gasteiztarra que quieran estudiar una carrera podría ser el germen de futuros acuerdos entre centros educativos.