MOGADISCIO. Las dos cooperantes, pertenecientes a la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), fueron trasladadas por sus secuestradores ayer a esa ciudad (feudo de la milicia radical islámica Al Shabab), precisó el general, sin dar más detalles sobre los posibles autores del secuestro.
Las autoridades de Kenia creen que el grupo fundamentalista -vinculado a la red terrorista Al Qaeda- podría estar detrás del secuestro, aunque la milicia ha negado ese extremo.
Montserrat Serra y Blanca Thiebaut fueron secuestradas el pasado día 13 en el campamento keniano de refugiados de Dadaab, a escasos 100 kilómetros de la frontera con Somalia.
Éste es el último de los cuatro secuestros acontecidos en suelo keniano en poco más de un mes, que incluyen a otro trabajador humanitario de Dadaab, una ciudadana francesa y otra británica, además de numerosos enfrentamientos armados en la zona fronteriza.
Tras la captura de Serra y Thiebaut, el Ejército keniano inició el pasado sábado un despliegue de tropas en suelo somalí en respuesta a los secuestros en zonas aledañas a su frontera con Somalia.
Al Shabab negó ayer en un comunicado estar involucrada en el secuestro de las dos cooperantes.
"Al Shabab niega categóricamente todas las acusaciones relacionadas con el secuestro de turistas y cooperantes en Kenia", subrayó la milicia, en alusión también a otros secuestros acaecidos en el último mes en zonas próximas a la frontera con Kenia.
"Las acusaciones de las autoridades kenianas sobre los recientes secuestros son, en el mejor de los casos, infundadas. Y además de ser meras conjeturas, no están sustanciadas con ninguna prueba verificable", subrayó la milicia radical.
Aunque no existe ninguna prueba concluyente, el portavoz de la Policía keniana, Charles Owino señaló a Efe el pasado viernes que, por el "modus operandi", las especulaciones sobre la autoría del secuestro apuntan a Al Shabab.
Al Shabab combate al internacionalmente respaldado Gobierno Federal de Transición somalí y a las tropas de AMISOM con el fin de instaurar un Estado musulmán de corte wahabí en el país.
Somalia vive en un estado de guerra civil y caos permanente desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país sin gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas, señores de la guerra tribales y bandas de delincuentes armados.