Julen, de 15 años, acaba de salir de clase de Biología. Allí le han explicado el origen de la vida según la teoría de la evolución de Darwin, que se resume en que la diversidad de formas de vida que existen en la Tierra son fruto de millones de años de evolución y que tienen un antepasado común. Ahora entra en clase de Religión. Su profesor desgrana el relato que hace la Biblia del mismo acontecimiento: que Dios creó la Tierra y todo lo que habita en ella en seis días. Incluido el ser humano, creado además a su imagen y semejanza.

Sea o no este episodio un ejemplo de incoherencia o, por el contrario, de respeto a las creencias religiosas, el debate sobre la enseñanza de teorías contrarias a la evolutiva, lejos de enfriarse por el peso de las evidencias científicas, sigue vigente en muchos países del mundo.

Aunque en el Estado español no permite impartir en las clases de ciencias teorías contrarias a la de la evolución, muy cerca, en Reino Unido una treintena de científicos acaban de reclamar a su gobierno que prohíba explícitamente la enseñanza de teorías "pseudocientíficas" como son el creacionismo y el diseño inteligente.

Muy populares en Estados Unidos, en donde su enseñanza en las escuelas se ha convertido en caballo de batalla judicial en la mayor parte de los estados, ambas teorías son rechazadas de plano por la comunidad científica mundial. El creacionismo, no solo defendido por las grupos cristianos más fundamentalistas, sino por otras creencias como el Islam, sostiene que la Tierra y todo ser vivo es consecuencia directa de la voluntad de la divinidad. El diseño inteligente es una variante que admite que la Tierra y los seres vivos son consecuencia de la evolución, pero esta habría sido diseñada por un ser superior.

Es en Estados Unidos donde los movimientos creacionistas y del diseño inteligente tienen más seguidores. De allí se ha exportado al resto de países. Casi la mitad de los estadounidenses creen que Dios creó a los humanos en su forma actual hace menos de 10.000 años. Los científicos sitúan que la antecesora común de la humanidad habría vivido hace unos 200.000 años.

El grupo de científicos ingleses -entre los que destacan David Attenborough y Richard Dawkins- que ha dado la señal de alarma calcula que el 20% de los alumnos de primaria de Reino Unido ya se les ha hablado de creacionismo y diseño inteligente como alternativa a la evolución darwiniana.

En Reino Unidos organizaciones como Truth in science están llevando a cabo una gran campaña de difusión de material didáctico a los profesores. Dawkins y Attenborough apuntan que estos grupos se hacen pasar por investigadores y defienden sus ideas utilizando lenguaje científico, como modo de lograr una mayor aceptación sus tesis, que no son sino creencias religiosas.

biblia simbólica y alegórica En el Estado español, el creacionismo está circunscrito a algunas grupos fundamentalistas católicos, los evangelistas protestantes, los Testigos de Jehová y los musulmanes, entre los que predomina el fundamentalismo antievolucionista. Eustoquio Molina, catedrático de Paleontología de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (Arp-Sapc), destaca que en el Estado español "predominan los católicos renovadores que consideran la Biblia como simbólica y alegórica. Esto significa que han abandonado la interpretación literal, considerando que la creación en seis días, Adán y Eva o el diluvio universal son mitos que no son reales".

Una vuelta de tuerca más sofisticada es el llamado diseño inteligente, que oculta su fundamento religioso bajo un barniz de científico. E-Cristians, una asociación católica ultraconservadora radicada en Barcelona, es una de sus mayores propagandistas.

Esta visión tampoco ha tenido cabida en las universidades del Estado español, según asegura Molina, "al contrario que otras pseudociencias como la homeopatía, la acupuntura y la astrología". "Si algún profesor lo intenta enseñar, aunque se base en la libertad de cátedra, lo denunciaríamos y tendría problemas, ya que los biólogos y paleontólogos somos evolucionistas. No hay investigadores cuyo trabajo se enmarque en las ciencias biológicas que sean creacionistas, ni ninguna revista científica que acepte publicar nada que no esté basado en el paradigma evolutivo y en el método científico", explica el catedrático. "Algunos intentan infiltrarse disfrazando sus especulaciones, pero tarde o temprano son desenmascarados".

A principios de 2008, se inició una gira de charlas antievolución por universidades españolas que se canceló antes de tiempo debido a las presiones de sociedades científicas y académicos.

Otros profesores han detectado nuevos intentos de estos grupos de infiltrarse en la universidad. Juan Antonio Aguilera, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada habla con conocimiento de causa, porque lo ha vivido de cerca. Este miembro del Círculo Escéptico y de la Arp-Sapc denuncia las intromisiones que existen en su centro universitario por parte de institutos ligados a los movimientos más conservadores de la Iglesia, como Comunión y Liberación, que imparten cursos en la Universidad de Granada dotados de créditos de libre configuración.

Científicos como Aguilera y Molina sostienen se debería impedir cualquier forma de introducción de estas teorías en las aulas, siquiera sea en las clases de Religión. "Creo que es inadmisible que haya profesores en colegios públicos y privados que les digan a los niños cosas que no están comprobadas por la ciencia", subraya Aguilera.

Para Eustoquio Molina, "la religión es algo privado que se debería enseñar solo en las iglesias, mezquitas, sinagogas y otros locales religiosos, especialmente en un país como España donde la Constitución establece la separación entre Iglesia y Estado.

"Se genera una situación confusa", resume Aguilera. "Tengo compañeros científicos que, teniendo esa educación desde pequeñitos, han aprendido a convivir manejando dos cosas contradictorias, en una especie de doblepensar, como decía George Orwell. Sorprende convivir con ese tipo de choque intelectual".