vitoria. No es la primera vez que el centro público Ramón Bajo se enfrenta a una negativa para solucionar un equipamiento que se ha quedado pequeño y obsoleto. De hecho, hace casi doce meses, en concreto el 5 de noviembre del pasado año, el Consistorio confirmó que no tenía intención ni de reformar el edificio ni de recurrir a las instalaciones del antiguo conservatorio de la música para aumentar su capacidad.
Esta negativa supuso un mazazo tanto para la dirección de la escuela como para los padres de los allí matriculados, aunque no sirvió de freno a otra serie de iniciativas. Algunas de ellas traspasaron incluso lo de ser más que ideas para materializarse en un diseño hecho por arquitectos. Este caso fue el del proyecto para reubicar el centro en el palacio Escoriaza-Esquível, la "corona" del Casco Viejo, convencidos de que la escuela es el "motor" regenerador del barrio. Bajo esta idea se presentó este proyecto de varios colectivos agrupados en la plataforma Auzoan Hazi, Hezi, Bizi y que contemplaba albergar tanto usos educativos como los vecinales, gracias a una biblioteca. Dos zonas diferenciadas pero que podrían compartirse fuera del horario escolar. "Si se hace en esta zona el Casco Viejo tendría un elemento dinamizador, que crearía un flujo constante de gente, y otro de cohesión, gracias a las relaciones entre alumnos, padres y vecinos que acudan a las instalaciones", matizaron los arquitectos artífices de este plan.