Pobes. El expelotari Mikel Goñi es hombre de pocas palabras, pero inspirado por el poder de la alubia pinta alavesa ayer se lanzó al ruedo de los oradores y, como pregonero de la XVII edición del mercado de Pobes, se dejó llevar por la sensación que le produjo aquel primer acercamiento a este alimento tan especial. "Es un producto estrella, tanto en la gastronomía del País Vasco como a nivel mundial. Está en el menú de todos los vascos porque nos da fortaleza y nos da sasoia. Hace ya bastante tiempo que la probé por primera vez en una ocasión que vine aquí a jugar y es una de las alubias que más me gustan. Soy bastante buen cocinero y utilizo la alubia pinta alavesa bastante a menudo", explicó en su intervención el exmanomanista y conquistador mediático. En su discurso, breve pero intenso "como en la cancha", estuvo flanqueado por el alcalde de Ribera Alta, Jesús Berganza, la presidenta de la Cuadrilla de Añana, Rosario Martínez, el diputado alavés de Agricultura, Borja Monje, y el diputado de Administración Local, Javier Ruiz de Arbulo.

La cita, como ya es costumbre, tuvo como centro de operaciones el mercado en el que, desde primera hora, comenzaron a venderse innumerables saquitos de alubia pinta alavesa engalanados con el distintivo Entresierras y el sello de la Cooperativa Garlan. Tras el mostrador, Conchi Pardo explicaba a los visitantes las bondades de esta pequeña joya de la cocina, ovalada y cuajada de vetas rosáceas. "Hemos traído unos 2.000 kilos y calculo que para cuando acabe la feria los habremos vendido todos", vaticinaba. El precio había sufrido un pequeño ajuste a la baja "por aquello de la crisis" y se quedaba en 5,5 euros el kilo, así que las bolsas volaban de mano en mano.

Ana había cargado con 70 kilos de queso Idiazabal desde Etxabarri Ibiña hasta Pobes, pero el esfuerzo había merecido la pena porque las piezas lucían maravillosas en su puesto. "De momento es pronto y las ventas están un poco flojas, pero siempre acaba yendo bien", reconocía. Su producto cotizaba a 17 euros el kilo, una cifra ajustada teniendo en cuenta que acababa de cosechar dos medallas de oro y una de bronce al mejor Idiazabal en un torneo internacional celebrado en la ciudad británica de Birmingham. Y es que todo el mundo se rinde a los productos alaveses de calidad.

También alavés, más concretamente de Mendiola, era el jamón que vendía a voz en grito Pedro Agirrezabal. Con un precio de 13 euros y medio el kilo y con los bocadillos a tan sólo tres euros, la parroquia se arremolinaba rápidamente alrededor de su máquina cortadora en cuanto el hambre comenzaba a azuzar los estómagos. "Lo tengo a precio de chicharro y está estupendo", voceaba el comerciante.

cerveza alavesa Para pasar tanto manjar local, nada mejor que una espumosa y refrescante cerveza. Aunque también alavesa, como ayer mandaban los cánones. En una de las esquinas del mercado, junto a la entrada del frontón, Joselu e Idoia despachaban botellines de Baias negra, tostada y de trigo a dos euros y medio la unidad. Elaborada en la localidad de Oiardo y con 4,5 grados de alcohol, la cerveza autóctona se diferencia del resto en que el gas que lleva es totalmente natural, ya que se obtiene a partir de una doble fermentación en botella. "Además de 100% alavesa, es 100% natural y 100% de cebada", glosaba Joselu.

Con el gusanillo satisfecho, tocaba rematar la faena con un postre dulce y, para ello, nada mejor que acercarse hasta el puesto de pastel vasco de Joseba. Vasco sí, pero alavés y de Gujuli para ser más concreto. A diez euros la unidad y con el lauburu característico coronándolo a modo de ornamentación, el pastel de Joseba podía presumir de haber conquistado el campeonato de Euskadi tres veces consecutivas durante los años 2007, 2008 y 2009. "Los productos empleados son todos naturales y muy habituales en cualquier cocina, pero su elaboración tiene secreto y ése no lo cuento", explicaba su artífice.

Los concejos alaveses también dispusieron de su espacio para reivindicarse y darse a conocer. Lo hicieron con información y con un curioso concurso en el que plantearon a los visitantes preguntas tales como cuántos concejos hay en Álava o si éstos tienen potestad expropiadora. Quienes demuestren conocer la institución -la competición sigue viva en Internet-, obtendrán premio en forma de cesta con productos locales, comidas para dos personas o estancias en agroturismos.

Después de completar el variado recorrido gastronómico y artesanal por el mercado, en el que abundaban también los puestos de cestería, vestimentas tradicionales -a 10 euros la camisa y a 20 el vestido para los txikis- era el momento de acudir a la exhibición de herri kirolak que tenía lugar en el interior del frontón. Pero tampoco era cuestión de extenderse demasiado con los aizkolaris y los harrijasotzailes, ya que a partir de las 13.00 horas comenzaba a formarse una larga cola de devotos de la alubia pinta alavesa, auténtica reina de la jornada. Para estos miles de feligreses que habían acudido a Pobes para responder a la llamada de la calidad, los cocineros de Boilur se habían esmerado en preparar nada menos que 1.800 raciones. Humeantes y deliciosas, una a una fueron servidas en sus correspondientes platos hondos -de cartón, sí, pero realmente eficaces y de gran capacidad- para deleite de todos los asistentes, que los recibieron con los brazos abiertos. Un año más, hubo buen provecho en Pobes.