un día Mikel Larrea dejó su casa del Baztan e hizo las maletas rumbo a Gopegi. En esta localidad alavesa vio la oportunidad de abrir un pequeño negocio junto con otros cuatro compañeros en torno a la agricultura ecológica. "Heredamos unas tierras y nos vinimos hacia aquí", explica el joven. Tras un año de intenso trabajo, la huerta ha empezado a dar frutos que recogen en cestas y venden a sus clientes al precio de diez euros. "De momento surtimos a unas doce familias, vamos poco a poco, con el tiempo pretendemos llegar también a los restaurantes", explica.
Como él, son muchos los que cada año se interesan por este tipo de producción, cansados de la agricultura tradicional. "No corren buenos tiempos para el sector y cada vez nos preguntan más por la ecológica; además, el consumo de este tipo de productos ha crecido mucho en los últimos dos años", explica Nerea Idigoras, técnica de la asociación Bionekazaritza. Prueba de ello es que si a comienzos de este siglo tan sólo 137 hectáreas se trabajaban bajo este sistema en Álava, en la actualidad son más de 800 las que ofrecen sus productos libres de químicos.
Entre los consumidores cada vez está más presente esta forma de llenar el carro de la compra. Sin embargo, todavía queda un largo camino para que se dé un cambio de mentalidad. Precisamente para dar a conocer las ventajas que ofrecen estos alimentos sostenibles, la plaza de los Fueros acogió ayer la Feria de Agricultura Ecológica, con un total de 50 puestos -19 de ellos alaveses- en los que se expusieron una variada selección de hortalizas, frutas, carnes, lácteos, vino, txakoli, embutido, aceite, pan y repostería. Una mezcla de olores y sabores que despertó la curiosidad de muchos.
Durante toda la mañana la plaza estuvo abarrotada de gente que aprovechó para hacer sus compras, para interesarse por esta forma de producción y de paso romper con algunos tabúes, como el de la carestía de sus cultivos. En Izarlur, una asociación dedicada a la investigación y al desarrollo de la agricultura ecológica, ya llevan dos años intentando acercar este modelo de producción a la gente. Es por ello que cada fin de semana abren a las familias la granja que tienen en Añua con el fin de que conozcan la explotación y se acerquen al medio rural. "Tenemos un calendario de actividades, colonias y cursos. Nos gusta que los consumidores nos conozcan, que valoren lo que hacemos", explica Izaskun Torres.
La feria celebrada ayer en Los Fueros, de hecho, también contó con una parte didáctica, como el taller impartido por Aitor Amilibia, en el que trató de acercar a los más pequeños el mundo de las plantas. "Lo que pretendo que vean es que es más fácil de lo que parece; basta con sol, agua y algo de aire", aseguraba, al tiempo que fabricaba un sistema de riego automático con una gasa y una botella de Coca-cola.
También contaron con su propio puesto los que, en parte, tienen la culpa de que en Álava, y en Vitoria especialmente, haya crecido tanto el cultivo ecológico: las huertas del Anillo Verde. En la actualidad 240 personas poseen sus propias verduras y hortalizas en Abetxuko y otras 150 en Olarizu, y la demanda no para de crecer. "Hay gente de todo tipo, mayores y jóvenes, los que prácticamente viven en la huerta y los que se apañan como pueden para cuidarla porque tienen que trabajar", explicaba Amaia Jiménez. Ayer la plaza mostró una selección de los productos que se cultivan en estas huertas.