EL banco de los recuerdos cotiza muy alto en bolsa. Aunque es época de crisis y la mayoría de las entidades están de capa caída, esta sucursal saca pecho porque se nutre de algo que sabe que nunca se devaluará. Los recuerdos que uno atesora en su mente y, sobre todo, en su corazón. Esos momentos que nadie querría olvidar jamás, en los que a uno le gusta refugiarse en los peores momentos y que desearía volver a vivir una y otra vez. Un bien de primera necesidad que, lo es tanto, que ni siquiera se aprecia en su justa medida.
Este mes, este particular banco tiene una sucursal abierta en el Café Plaza de la calle Dato. Y es que la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias de Álava, Afades, ha decidido apoyar esta causa impulsada desde la Fundación Reina Sofía para concienciar sobre la necesidad de la investigación para luchar contra el Alzheimer. "Es muy importante. Vivimos con la esperanza de que los expertos trabajen para encontrar una vacuna que permita vivir con ella", ansía Maribel Perea, presidenta del colectivo.
Así las cosas, todos los que lo deseen podrán acudir a este local ubicado en la calle Postas número 5. Allí encontrarán unas tarjetas que podrán rellenar con datos de donación o apadrinamiento y un recuerdo que les gustaría que quedara guardado en su memoria para siempre. Estos folletos serán depositados en una urna en el mismo lugar y si el recuerdo sale elegido, el colectivo lo apadrinará con 300 euros que se destinarán a la investigación de este tipo de demencia.
Un punto en el que, sin ir más lejos, Maribel tiene muy claro cuál sería su instante en una jornada como hoy. "En este día dejaría cuando mi madre empezó con la enfermedad hace 24 años. La primera vez que noté que ella no era ella misma sino la enfermedad y la angustia que sentí", comenta para dejar patente lo que este trastorno implica.
Otros, como la socia de honor de este año, la actriz alavesa Teresa Ibáñez apadrinaría "algo muy íntimo. Unas fotografías de allegados a mí o una joya que no tiene por qué tener un gran valor económico pero sí sentimental. Algo que me despertara momentos buenos", afirma decidida. Aunque, a buen seguro, el recuerdo más buscado y deseado por todos está por llegar. El de la vacuna que ponga freno a esta epidemia y pueda, si no ponerle fin, sí paliar sus efectos hasta convertirla en una enfermedad crónica. Las últimas investigaciones del científico Manuel Sarasa apuntan a que un perro en el que se está probando la medicación puede tener la clave. Quizás él se convierta en unos años en el mejor amigo de la memoria y miembro honorífico de este banco.
Porque más de 100 millones de personas podrían perder sus recuerdos en 2050 si la investigación contra el Alzheimer no avanza. Y sin memoria uno deja de ser lo que fue para convertirse en la sombra de uno mismo.