HARITZ GOIA
PROFESOR DE EUSKERA
"Para estudiar euskera en EEUU se necesita mucha motivación"
Haritz Goia se muestra encantado con la actitud de sus alumnos de euskera del Instituto Cervantes en Nueva York. Este joven guipuzcoano quiere transmitirles que, a pesar de las dificultades, llegará el día en el que serán capaces de entenderlo y hablarlo.
i. susaeta
nueva york. Afable, amable como siempre, nos recibe en su casa, en Harlem, antes de irse de vacaciones al País Vasco. Haritz Goia (Hernani, 1975) es licenciado en Magisterio de Educación Física y en Psicopedagogía. Trabajó durante años en Euskadi -"en escuelas, en bares... Haciendo de todo"-, pero la vida le trajo a Nueva York hace ya casi cuatro años. Aquí también se multiplica. Profesor de Educación Física en una escuela, maestro de Primaria en el CENY (Colegio Español en Nueva York), estudiante de un máster... Y además le sobra el tiempo para ser teacher de euskera.
¿Cuándo empezó el Instituto Cervantes a ofrecer clases de euskera?
Que yo sepa, el Cervantes ha intentado todos los años ofrecer clases de euskera, catalán y gallego, además de español. Un alumno mío, Haimar, por ejemplo, me comentó que llevaba años apuntado, pero que nunca se formaba una clase de euskera.
¿Por qué?
Pues no lo sé... Cuando llegué aquí conocí al administrador del Cervantes por casualidad. Es de Donostia. Él me escribió preguntándome si estaría dispuesto a dar clases de euskera. Yo le respondí que mi visado no me lo permitía. Bueno, entonces la cosa quedó así. Una vez conseguido el permiso de trabajo volví a escribirle, y enseguida me respondió diciendo que sí.
¿Recuerda cuándo empezaron?
Pues no recuerdo exactamente la fecha, pero creo que en enero de este año. Se formó la clase con los del nivel cero, y tiramos para adelante con cuatro alumnos.
¿Podría presentar a sus alumnos?
Las clases son semanales, se imparten los jueves, de seis de la tarde a nueve de la noche. Bueno, los alumnos. Haimar Arizmendi es uno de ellos. Nacido en Madrid, con familia vasca, se vino aquí siendo un niño. Rebeca es una chica que creció en Venezuela, y que hace unos años se vino aquí con la familia. Trabaja en la delegación que el Gobierno Vasco tiene aquí. Rafael es de Madrid, lleva muchos años en Estados Unidos. Médico y biólogo, ahora es profesor de Biología en la Universidad de Columbia, además de un científico brillantísimo. Y luego está Dayane, de Burkina Fasso.
¿Y qué interés tienen en aprender euskera? ¿Por qué lo hacen?
La familia de Haimar es vasca y siempre ha tenido contacto con Euskadi. Rebeca supo de Euskal Herria en Venezuela. Ella por sí misma tenía interés y, al mismo tiempo, le pareció que podría servirle de ayuda en su trabajo. La familia de Rafael es de la comunicad de La Rioja, y de alguna manera, siempre ha tenido contacto con Euskal Herria. Él siempre dice que es increíble cómo puede seguir un idioma del Paleolítico.
¿Cómo han trabajado?
Pues en un principio, el Cervantes no tenía apenas material, porque nunca se habían dado clases. Nos pusimos en contacto con el Instituto Etxepare, nos dijeron que nos ayudarían... Bueno, al final, no sabía hacia dónde tirar, y hablé con un amigo de Hernani. Él me puso en contacto con unos profesores de AEK, y ellos me mandaron el material. Gracias a eso tiramos para adelante.
¿Cómo ha planteado las clases? ¿Actúa por instinto?
Al principio es verdad que no sabía por dónde empezar, y actué por instinto. Intenté mezclar el aspecto comunicativo con la gramática. Aquí, en las clases de español que se dan, la gente quiere gramática. Pero yo no creo tanto en eso. Entonces mezclamos ambas cosas, utilizando juegos, canciones, etcétera.
¿Nunca han decaído? Además, sabiendo la fama de difícil que tiene el idioma...
Pues no, para nada. Teníamos la suerte de que eran cuatro alumnos. Es decir, mejor que con quince, por ejemplo, para aprender. Entre nosotros teníamos muy buena relación, y ellos han venido gustosamente. Sabían que tenía fama de difícil, pero han ido comprendiendo los conceptos, han ido avanzando y eso les ha dado fuerza, los ha alegrado.
La evolución se nota claramente, por lo tanto.
Sin duda. Siendo ésta una ciudad muy dura, a veces llegaban cansados a clase. Pero llegó un momento en el que gozábamos. Creo que su motivación ha tenido mucho que ver en eso. Para estudiar euskera aquí se necesita mucha motivación.
¿El Instituto Cervantes le ha marcado algún objetivo?
No, no. Funciono de un modo muy autónomo. Me han ofrecido mucha ayuda, se han portado muy bien, pero no me han marcado ningún objetivo.
Pero, ¿después del verano van a seguir con las clases?
Sí, sí. Seguramente las clases serán los viernes.
¿Cuál es el objetivo que se han fijado los alumnos?
Se lo pregunté el primer día de clase. Ellos quieren entender a la gente que habla euskera, y poder comunicarse. Y están muy interesados en la cultura vasca.
¿Le sorprende la actitud de sus alumnos?
Sí, gratamente además. Han mantenido la ilusión. Yo, por ejemplo, empecé a estudiar francés estando aquí, pero lo dejé. Ellos, en cambio, ahí siguen. Quizás se les hace difícil ir a clase porque están cansados o por lo que sea, pero una vez que están en clase, están contentos. Y yo agradecido, por supuesto.
¿Y cuál es su objetivo hacia ellos?
Quiero que no pierdan la ilusión, porque han avanzado mucho. Y quiero transmitirles que llegará el día en el que serán capaces de entenderlo y hablarlo.
Haritz Goia imparte clases de euskera en Nueva York. Foto: I.S.
"Mis alumnos quieren entender a la gente que habla euskera y poder comunicarse. También les interesa la cultura"