vitoria. La vendimia este año se adelantará cerca de dos semanas. Así lo aseguran los viticultores que calculan ya que la cosecha no se retrasará más allá de la última semana de septiembre, cuando habitualmente se inicia entre el 6 y el 12 de octubre. De hecho, ya hay puntos de La Rioja cercanos a Logroño en los que ha comenzado la recogida de variedades de uva blanca. Al parecer, la extraña climatología de este ejercicio ha provocado que un invierno templado hiciera brotar las vides a finales de abril. Con ello, todo el proceso se ha acelerado.
Eso sí, todavía queda un mes en el que los agricultores esperan cambios que permitan tener una campaña óptima. Y es que nunca llueve a gusto de todos y menos aún en el campo. Las altas temperaturas de estos últimos días han dejado algo secas las parras, que necesitan precipitaciones para poder ponerse a tono para la fase final de la maduración. "Les vino bien el fresco de julio aunque no llovió nada en la comarca de Rioja Alavesa. Ahora lo que se necesita es que lluevan 25 litros para que la uva engorde y coja más peso", explica Rafa Fernández, responsable de vino del Comité Ejecutivo del sindicato agroganadero UAGA.
Por eso el sur del territorio histórico mira al cielo estos días. No en vano, si se dan las esperadas precipitaciones, el colectivo está seguro de que, además, mejorará la calidad del producto ya que el cultivo tendrá la oportunidad de madurar el agua y convertirla en azúcar para adquirir el nivel óptimo. Además, también permitirá que la producción sea la habitual. "Si no llueve, la producción puede caer un 10% o un 20%. Pero los agricultores ya contamos con eso porque el tiempo no se puede controlar", apunta Fernández.
Lo que no ve con tan buenos ojos es la problemática de los precios. Éste se ha convertido en el principal caballo de batalla del colectivo de productores en los últimos años. Desde que la crisis comenzara a azuzar a los bolsillos de los consumidores en 2008, las bodegas han asegurado que la venta de vino ha disminuido considerablemente. Auspiciados bajo esta realidad, los responsables de la comercialización decidieron bajar el precio de los caldos y para ello redujeron gastos disminuyendo los precios que pagaban a los agricultores por la materia prima.
Malos augurios Esta situación ha llegado a un punto alarmante a juicio de los viticultores, que temen que este ejercicio pueda ser aún peor. "Los rumores que hay no son buenos y dicen que se pagará algo menos que el año pasado". Entonces, los agricultores de Rioja Alavesa percibieron una media de 0,45 euros por kilo, obteniendo así importantes pérdidas. De hecho, según el último estudio realizado por el Gobierno Vasco, los costes de producción de este cultivo rondan los 0,65 euros, veinte céntimos por encima de lo que reciben.
Esta situación ya generó múltiples conflictos el año pasado, cuando la solución en forma de observatorio de precios que pusiera unas cifras orientativas para que el productor no perdiera dinero no tuvo éxito.
Los agricultores piensan ahora en reunirse a primeros de septiembre para plantear la situación. "Entre los agricultores y los bodegueros no hay relación ninguna y lo bueno sería sentarse alrededor de una mesa a hablar. Estoy convencido de que el vino ha bajado su precio, pero no en la proporción en la que se nos ha disminuido a nosotros", lamenta Fernández. Según este responsable de UAGA, esta realidad, de seguir así, puede llevar a que algunos viticultores busquen trabajos complementarios para poder seguir adelante. "Hay explotaciones que se han metido en inversiones de terreno, maquinaria o naves y que lo van a tener difícil para poder salir adelante".