vitoria. Las altísimas temperaturas registradas estos días, aliadas con el viento sur, han hecho revivir en el territorio catástrofes tan graves como las que sufrieron Trebiño y el entorno del pantano de Ullibarri-Gamboa hace ya dos años, cuando varios incendios devoraron en unas pocas horas más de 2.000 hectáreas de superficie forestal. Afortunadamente, y salvo cuatro pequeñas actuaciones -la más grave, por la caída de un rayo en Atiega-, los Bomberos han capeado el temporal sin problemas durante el pasado fin de semana, siguiendo la misma tónica del resto del año y el pasado 2010.

Gracias a los cambios de métodos introducidos desde la Administración para mantener los pastizales, entre los que sobresalen la tajante prohibición de quemar rastrojos, así como a la creciente concienciación de la población rural, los incendios han dejado ya de ser noticia habitual en la provincia en favor de la ausencia de fuegos graves. En lo que va de año, la superficie de bosque quemada en Álava apenas llega a las 23,20 hectáreas, sólo 1,61 de ellas arboladas, según los datos recopilados por la Diputación. "Crucemos los dedos para que esto siga así", anheló ayer en declaraciones a este periódico el responsable de producción y conservación forestal del Servicio foral de Montes, José Manuel Murrieta.

"Estos datos son una consecuencia del trabajo de todos. De los medios puestos por la Administración para solucionar los problemas y de la comprensión y la responsabilidad de los ciudadanos, que han comprendido que el medio ambiente es nuestra casa", añadió Murrieta. Hasta ayer, únicamente se habían desatado 29 incendios en la provincia en todo 2011. El más grave tuvo lugar el pasado 17 de julio en Labastida, en los parajes de La Ventilla y La Balsa. Como consecuencia de la negligencia de un particular, el fuego de una hoguera mal apagada se extendió hacia un monte cercano hasta calcinar 1,36 hectáreas de coníferas y otras 4,02 de superficie desarbolada.

menos sol, más humedad Superado el fatídico año 2009, de largo el peor de la pasada década, los últimos dos ejercicios han devuelto a los servicios de extinción de incendios una tranquilidad siempre anhelada. No obstante, tal y como reconoce el técnico foral, la alerta no se reducirá considerablemente en el territorio al menos hasta mediados del próximo septiembre, momento en el que las borrascas entran con más intensidad, las horas de sol disminuyen y la humedad comienza a impregnar la vegetación.

Hasta hace no demasiados años, esta época era precisamente una de las dos más críticas del año debido a la quema incontrolada de rastrojos de cereal. La otra coincidía con el final del invierno y el inicio de la primavera, donde era frecuente la quema de matorrales para renovar los pastos de cara al verano. El ya citado cambio de prácticas ha reducido los fuegos a la mínima expresión, una circunstancia que no se ha producido en otras comunidades de tradición ganadera ubicadas en la cornisa cantábrica al no estar sometidas a tan fuertes restricciones. Un reciente informe foral advierte de que las cifras de incendios de estas regiones "multiplican por varios enteros" los peores datos históricos registrados en Álava.

De entre los datos aportados por la Diputación llama poderosamente la atención que la gran mayoría de los incendios desatados en el presente 2011, 21 de 29, han sido catalogados como intencionados. Murrieta matiza que "se han cargado las tintas" sobre la intencionalidad de estos episodios, porque muchos particulares recurren para limpiar sus fincas a las quemas incontroladas, con la intención de eliminar las malas hierbas, en lugar de realizar este proceso con control, seguridad y los permisos pertinentes. Las llamas, en ocasiones, "acaban con todo", incluidos taludes repletos de árboles.