Hay tesoros que no se guardan en bancos. Tampoco brillan ni lucen en la anatomía de las estrellas ni reposan en vitrinas de museos y palacios. Se trata de restos líticos -vestigios de épocas pretéritas- que valen lo que expresan. No son dinero, pero retratan la sociedad que los utilizó cuando ésta aún no tenía conciencia de tal. Y en eso, en descubrimientos arqueológicos, Álava es millonaria. El subsuelo del territorio histórico da buenas noticias cada vez que se decide horadar la superficie en busca de civilizaciones perdidas con la única pretensión de analizar y conocer sus usos y costumbres. El último hallazgo en ese sentido se conoció ayer y es revelador. Los esfuerzos de los investigadores aplicados en un yacimiento en Pobes han logrado determinar que ya había alaveses cuando la provincia peleaba con la última era glaciar. Lo eran, aunque distintos a los actuales. Menos preocupados por la crisis económica y por la cumbre de la UE y más por lograr comida para que el clan sobreviviera.

El descubrimiento confirma las hipótesis que barruntaban que Álava está habitada desde hace 12.000 años. Al menos, la excavación de Socuevas, en el corazón de la Cuadrilla de Añana y muy cerquita de Pobes, así lo determina. Un grupo de expertos y de estudiantes de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han llegado a tal conclusión tras analizar los restos que han encontrado, no sin trabajo, en un yacimiento que prometía. Y que sigue prometiendo, ya que se avanzan nuevas campañas de excavación. El estudio de los restos líticos, alguno de ellos digno de ser utilizado en la actualidad, ha sido revelador.

Y lo ha sido porque Pobes confirma que en la zona hubo un asentamiento humano hace unos 12.000 años, al final del Paleólitico superior. Este hallazgo de un equipo de prehistoriadores de la UPV refuerza la reciente hipótesis de que en esas fechas ya pudiera haber asentamientos estables en zonas alejadas de la cornisa cantábrica, donde las condiciones climáticas eran más favorables para su habitabilidad en plena era glacial.

La Universidad vasca explica los resultados obtenidos en la tercera campaña de excavación de este yacimiento de Socuevas, llevada a cabo por el grupo de investigación en Prehistoria de la UPV, con el patrocinio de la Diputación alavesa. El hallazgo más importante es que ya había humanos en esta zona en la última glaciación, antes de que con la llegada de los tiempos climáticos actuales, la techumbre original de Socuevas se desplomara y el asentamiento fuera abandonado.

Sin embargo, más tarde, entre el 9500 y el 6700 antes de Cristo, nuevas comunidades cazadores y recolectores lo ocuparon antes de que se conociera la agricultura y la ganadería. Los investigadores consideran de gran valor el hallazgo de miles de restos líticos tallados y retocados, en los que destaca la presencia de puntas preparadas para la caza, así como raspadores, buriles o raederas.

Caminatas hasta trebiño Según esta investigación, para tallar dichos objetos, los pobladores de este asentamiento tenían que desplazarse, en caminatas que en ocasiones superaban los 60 kilómetros, hasta los afloramientos de Trebiño, Loza y Urbasa. Todo ello refleja que la caza era una actividad importante para los moradores de Socuevas, de ahí la estratégica ubicación del refugio. Los abundantes fragmentos óseos localizados en las inmediaciones del asentamiento, así como los restos rescatados de hogares donde procesaban lo cazado, prueban la importancia tenía la caza en la época glacial.

El yacimiento está siendo explorado en un equipo encabezado por los profesores Alfonso Alday y Ana Cava del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV, con la ayuda de estudiantes de la entidad universitaria, así como de las de Alcalá de Henares, Burgos y Granada.

Esta campaña, que se retomará en septiembre, se ha desarrollado durante tres semanas de trabajo de campo y otras cuatro de laboratorio. El objetivo principal ha sido profundizar en el conocimiento de las primeras ocupaciones del periodo Magdaleniense, que coincide en el tiempo con asentamientos tan emblemáticos como Santimamiñe, Ekain o Altamira.

El refugio bajo roca de Socuevas comenzó a ser investigado en profundidad hace tan sólo tres años y durante los dos primeros los trabajos se centraron en examinar los restos de asentamientos que hubo entre el año 9.500 y el 6.500, pero ahora la excavación se ha dedicado a estudiar los restos procedentes del Paleolítico superior. Para datar con precisión los diferentes restos se ha excavado el terreno a una profundidad no superior a cinco centímetros cada vez. Una vez desenterrados, los diferentes objetos han sido analizados en el laboratorio, donde tras una minuciosa limpieza, se han inventariado y clasificado.

Éxito internacional Los resultados de esta nueva campaña no hacen más que resaltar el éxito de todas las excavaciones que se han llevado a cabo en el territorio histórico y que han descubierto hechos que ya trascienden del ámbito local y que han contribuido a reescribir parte de la historia. Por ejemplo, el trabajo realizado en Zornostegi, en las inmediaciones de Salvatierra, ha logrado reconocimiento internacional hasta el punto de convertir a la capital alavesa en sede, al menos puntual, de congresos de expertos organizados para explicar los restos encontrados por los equipos del profesor José Antonio Quirós, entre otros.