Vitoria. A lo largo de esta semana los empresarios agrícolas del territorio recibirán la visita de los peritos de los diferentes seguros. De esa manera, los técnicos podrán comprobar el estado real de los terrenos y cultivos tras la fuerte tromba y la granizada que sufrió la capital alavesa y parte de la comarca de la Llanada el pasado martes día 12 de julio.
Aquella tormenta dejó hasta 12 litros de agua por metro cuadrado. Aunque no se cumplieron las previsiones más pesimistas -por momentos, los afectados llegaron a temer por consecuencias similares a las de la brutal granizada de 2009-, los Bomberos tuvieron una tarde muy ajetreada llegando a intervenir en un total de 32 salidas en el territorio alavés. El aguacero se concentró principalmente en las poblaciones cercanas a Otazu y Askarza. Se calcula que en dicha tormenta se pudo perder entre el 10% y el 15% de la cosecha, llegando incluso al 40% en algunas zonas cercanas a Salvatierra. Desde UAGA (Unión Agricultores y Ganaderos de Álava) informan que la mayoría de los terrenos asegurados en territorio alavés son cosechas de cereal o maíz.
Los agricultores están a la espera de recibir las indemnizaciones correspondientes contratadas en sus pólizas de seguro. Es importante remarcar que a diferencia de lo que sucede en los automóviles, las motocicletas o los pisos, los terrenos agrícolas no tienen la obligación de tener un seguro suscrito.
Hay agricultores que deciden, por diversos motivos, no contratar un seguro que proteja a sus cosechas ante las adversidades meteorológicas. Hay casos en los que los seguros no cubren ciertos daños sufridos durante las tormentas. Por ejemplo, en el caso de la patata o la remolacha, los defectos físicos que sufren (tamaño más pequeño, golpes por varios lados y estéticamente más feas) no son objeto de indemnización por parte de las compañías aseguradoras, provocando cuantiosas pérdidas económicas (se deben vender a un precio inferior al habitual). De ahí que a alguno de estos empresarios no les interese contratar un seguro que en caso de desastre natural, no les contemple indemnización alguna para sus cosechas.
Cada vez más hay menos personas que optan por la utilización de los medios tradicionales de defensa pasiva (pólizas de seguro, reservas empresarias, fondos de solidaridad, decretos de estado de calamidad) que garantizan la supervivencia del productor, pero no de su ganancia económica.