bruselas. Los Veintisiete países de la Unión Europea acordaron ayer modificar el tratado de Schengen para permitir el restablecimiento temporal de las fronteras internas, en un movimiento impulsado por Francia e Italia tras la llegada masiva de inmigrantes del norte de África en los últimos meses.
El futuro nuevo reglamento de Schengen incluirá una cláusula de salvaguarda para hacer frente a circunstancias excepcionales que pongan en peligro el funcionamiento general de la cooperación de Schengen, sin menoscabar el principio de libre circulación de las personas, tal y como se recoge en el texto de conclusiones. Bruselas detallará en una iniciativa legislativa en septiembre el funcionamiento de la cláusula, que contemplará reimplantar los controles en las fronteras "como última opción" y "por un periodo de tiempo concreto".
Entre las circunstancias excepcionales que pueden activar el restablecmiento de fronteras está la incapacidad de controlar los pasos ante una llegada masiva de inmigrantes. Los líderes europeos justificaron la reforma como una fórmula que fortalece las libertades de Schengen y garantiza su viabilidad.
"Sin minar el principio de libre circulación, considero que hemos reforzado Schengen", explicó a la prensa tras el fin de los trabajos el presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. "La cláusula de salvaguarda se ha introducido precisamente para dar respuesta a circunstancias excepcionales que ponen en peligro todo el funcionamiento general de Schengen", añadió.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, por su parte, insitió en señalar que no debe interpretarse que el cambio en el texto "es una marcha atrás del principio de libertad de circulación, que es uno de los mayores logros" de la UE. En la misma línea, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, apuntó al respecto que "no se trata de reducir la libertad de circulación, si no de controlarla". Sarkozy consideró que esta nueva cláusula es una "fórmula de solidaridad" para los países que se puedan ver sobrepasados para hacer frente al control fronterizo.
Francia es, junto a Italia, la abanderada de la reforma Schengen a raíz del éxodo procedente de las revueltas del norte de África que llegó a la UE a través de la isla italiana de Lampedusa. Estos dos países, así como Holanda y Bélgica, entre otros, consiguieron imponerse a países como España, que cuando empezaron las negociaciones defendieron que no era necesario modificar el tratado Schengen.
Actualmente, el acuerdo ya prevé un posible restablecimiento de controles ante amenazas al orden público como grandes eventos deportivos o acontecimentos políticos. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró que la excepción a la libre circulación Schengen solo se preverá en "circunstancias muy excepcionales".