vitoria siente devoción por la noche de San Juan y lo demuestra prendiendo en su honor enormes hogueras con las que, además de honrar al Bautista, purifica el espíritu colectivo de su ciudadanía. Dos son los grandes ejes en torno a los que el rito gira y cobra fuerza dentro de la ciudad: el primero se ubica en el parque de Arriaga, junto a la ermita juradera que lleva el nombre del santo. El segundo se encuentra en Judimendi, barrio donde la celebración ha calado hondo merced al peso y al paso de la tradición. La capital alavesa miró ayer hacia el cielo a través de sus dos grandes ojos de fuego y, a través de ellos, descubrió un año más el camino que conduce hasta una fiesta con reminiscencias tan religiosas como paganas.

En el día de San Juan no sólo se venera la figura del Bautista. También se celebra, con un par de días de retraso, eso sí, el solsticio de verano. Una celebración esta última, que se remonta cinco milenios atrás en la noche de los tiempos. Los humanos, que observaban cómo los días se acortaban poco a poco, creían que el sol estaba perdiendo su fuerza y de ahí surgieron los primeros fuegos. El hombre trataba de devolver al astro rey su energía llenando la noche de luz de la única manera que sabía. Con el paso de las épocas llegaron las tradiciones religiosas, que se entremezclaron y se agregaron de forma indisoluble a la fiesta. La noche y el amanecer se dedicaron a San Juan en un esfuerzo por cristianizar las fuerzas que se manifiestan en esta fecha. Una jornada en la que todas las sociedades tradicionales europeas despliegan rituales de ancestrales raices.

arriaga y judimendi Los gasteiztarras respondieron ayer por la noche a la mágica llamada del fuego y se concentraron, por centenares, en Arriaga y Judimendi. La cita de la ermita juradera de San Juan contó, tal y como manda la tradición, con la vespertina presencia del diputado general, Xabier Agirre. Acabada la misa, tomó uno de los cirios y flanqueado por los miñones y los sones del aurresku, se encaminó hacia la parte trasera de la edificación, hasta alcanzar el lugar en el que se apilaba un enorme montón de madera. Llegado a la base de la pira, la prendió para marcar el inicio de una larga noche de celebraciones, buenos deseos e invocaciones a la fortuna.

La noche más corta del año también se convirtió en la más luminosa. El Polvorín de Judimendi brilló como nunca a la luz del fuego al filo de las 22.00 horas y, a partir de ese momento, resultó difícil que los presentes pudieran contener sus ganas de saltar por encima de las llamas. Muchos fueron los que se animaron, cogieron carrerilla y desafiaron a la gravedad para poder disfrutar del segundo cargado de adrenalina que permite disfrutar el fuego desde dentro. Atravesar la hoguera de un salto, pisar las cenizas todavía candentes, danzar a su alrededor, hacer desfilar frente a ellas a la cabaña ganadera o pasear el fuego por los campos de cultivo forman parte de los antiguos ceremoniales que han llegado hasta nuestros días y que siempre se vinculan a fines purificadores. En el caso de Judimendi, el calor de las brasas sirvió para conjurar los buenos augurios en torno a sus fiestas patronales y para, como indicaba su propio programa de actividades, tratar de reducir a cenizas la pobreza, la exclusión, la homofobia o el desempleo, entre otras muchas facetas que han marcado negativamente el año.

Fieles a la leyenda, los vitorianos se esforzaron por aprovechar la noche de San Juan para enterrar un ciclo y abrir otro nuevo, lleno de buenos augurios. En el caso de la ermita, el anhelo de una etapa diferente se materializó en una cacerolada con la que los miembros de la comisión que apoya la consulta popular en Lakua-Arriaga pidieron a los políticos la paralización del proyecto de estación de autobuses que amenaza al parque. Al margen de esta movilización, todos se ocuparon de rescatar el carácter pagano que les dio la vida. Tanto en Arriaga como en Judimendi, los programas festivos se alargarán hasta la tarde-noche del domingo y en ambos barrios se sucederán las actuaciones musicales, las verbenas, las degustaciones gastronómicas, las verbenas y los juegos.