vitoria. Nunca pensaron que tuvieran que recurrir a Cáritas, pero el último zarpazo de la crisis ha hecho que 3.898 vitorianos formen parte de los nuevos pobres de la ciudad. Su situación de desempleo les llevó el pasado año a pedir ayudas económicas para tener algo que llevarse a la boca, encarar los recibos de luz y, sobretodo, para pagar la letra del piso y evitar así ser desahuciados. La avalancha de peticiones para pagar la hipoteca fue tal que se precisaron 2.184 ayudas económicas, frente a las 1.467 que efectuó la organización en todo el ejercicio pasado, lo que desembocó en un incremento del 22% del gasto con respecto a 2009, tal y como refleja la Memoria de 2010 de esta asociación benéfica.

Los desempleados se unen así a los que hasta ahora eran el rostro mayoritario de la pobreza de la ciudad, caracterizado por ser femenino (56,7%), joven e inmigrante (79,3%). Un colectivo este último en el que se agudizan sus problemas para mantener la vivienda. "Hay un aumento de los casos de irregularidad sobrevenida por la dificultad en la renovación de los permisos", destacó el secretario general de Cáritas, Ramón Ibeas.

A los problemas del parado se deben añadir el empeoramiento que sufre su salud, como consecuencia de la depresión, de las dificultades para conciliar el sueño y de la ansiedad. "Aumenta el consumo de psicofármacos por la ansiedad que les crea", detalló Ibeas, quien destacó que en 2010, 226 personas pasaron por los talleres ocupacionales Lagun Artea y 337 por el servicio Lan Bila, de gestión de trabajo doméstico.

Aunque aumentaron las necesidades de la sociedad, la respuesta de las administraciones no fue la adecuada, a juicio de esta asociación. En concreto, el responsable de Cáritas denunció la lentitud en la concesión de ayudas y la falta de respuesta por parte de los servicios públicos, circunstancia que puso a su institución en la situación de tener que adelantar a las familias las cantidades pendientes de cobro. "La Administración es excesivamente lenta en conceder aquello que a las personas les toca por derecho, lo que obliga a Cáritas a mantener un colchón hasta que llega esa ayuda de dos meses como mínimo".

Y, con ello, es lógico que la ONG católica atraviese por su particular crisis. El pasado año la entidad gastó un total 3.008.452 euros, lo que supuso un incremento del 34,5% respecto a 2009. Sus ingresos fueron de 2.730.117 euros. Estos datos sitúan a Cáritas en una situación económica complicada, con un déficit de 278.335 euros, para lo que esperan seguir contando con la solidaridad de los alaveses. "Pedimos más implicación económica con la colecta que se hará en las iglesias con motivo de la campaña Las cosas importantes se hacen con corazón el domingo, día del Corpus Christi", anunció el delegado episcopal, Juan Carlos Pinedo.

Una solidaridad que ya fue puesta de manifiesto tras el terremoto de enero de 2010 en Haití, cuando Cáritas recaudó 466.712 euros para el país caribeño. Pero no sólo las emergencias mueven la generosidad de los alaveses. La crisis económica ha recibido respuesta en Cáritas: el importe de las colectas, los donativos y las cuotas de socios ha sido el más alto de los últimos cinco años.

Pero los responsables de esta organización no sólo piden dinero, también solicitan más implicación personal, como la que hacen 766 voluntarios en la actualidad, que hacen posible la puesta en marcha de programas como clases de lengua, conversación estructurada o tertulias literarias. También apelan a la responsabilidad social corporativa de las empresas para que echen una mano con lo que puedan. "Pueden dar una cuota, ofrecer sus servicios, como dentistas o notarios, o de voluntariado con los propios trabajadores de la empresa", explicó el delegado episcopal.

El programa Berjantzi, de ropa reciclada, por su parte, ofreció becas formativas a 56 personas en los talleres de reutilización, a las que se añadieron las 22 personas que desarrollaron su formación en las tiendas. Es precisamente este programa el que se enfrenta una nueva etapa con su traslado a un pabellón de la zona industrial de Gamarra.