SANTANDER. Los hechos sucedieron en enero de 2007 en San Vicente de la Barquera, donde el acusado se acercó a una patrulla de la Guardia Civil, a quienes mostró un documentó con apariencia de carné militar.
El procesado se identificó como capitán en activo de la Guardia Civil destinado al servicio de helicópteros, y además amigo del capitán del puesto de San Vicente de la Barquera.
Y les preguntó por la ubicación de un bar, al que los agentes decidieron acompañarle. Allí, el acusado recogió un petate que decía que era de su propiedad, y se lo mostró a sus supuestos compañeros.
Dentro había un uniforme de la Guardia Civil con las divisas de capitán, un juego de grilletes con el emblema del cuerpo y un arma que tenía la misma apariencia que la reglamentaria de la Benemérita.
El condenado y los agentes se intercambiaron los números de teléfono. Tras recibir varias llamadas, ellos comenzaron a sospechar y empezaron a indagar sobre su identidad, descubriendo que no era miembro del cuerpo.
Así que, un mes después, fue detenido y en el registro de su domicilio, en Gijón (Asturias), se le encontraron una pistola detonadora de 9 milímetros y un lanzabengalas, además de los grilletes, el uniforme y diversa munición.
Además de no ser miembro del cuerpo, el acusado ni siquiera tenía licencia de armas y había sido condenado previamente por un juzgado de Gijón por un delito de hurto.
La Audiencia le condena a un año y medio de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas y una falta contra el orden público, junto a una multa de 240 euros.