agurain. Una unidad específica que incorpore las novedades quirúrgicas y de rehabilitación para lesionados medulares. Es la petición de un grupo de vascos que sufrió en su día un accidente que le afectó a la médula espinal y que han sido operados por el neurocirujano Antonio Reis en Portugal. Un doctor que les ha devuelto la sonrisa y gracias al cual han registrado importantes mejoras en su día a día.
Un claro ejemplo de ello es Israel Cortijo, un joven aguraindarra de 30 años, que tiene dos fechas marcadas en rojo en su calendario de la vida. El 21 de diciembre del año 2000 la rotura de una cadena de la grúa con la que trabajaba en un factoría de Agurain y cargada con 2.000 kilos le postró en una silla de ruedas y le abocó a una vida distinta a la que imaginaba cuando paseaba con sus amigos por las calles de esta tranquila localidad de la Llanada. Pero ocho años más tarde, el 21 de abril de 2008, una arriesgada operación en su dañada médula le ha devuelto sensaciones que tenía ya olvidadas. "Ahora siento un cierto hormigueo en las manos y puedo moverlas, cosa que antes era totalmente imposible", relata el joven que lleva sus once últimos años de vida sobre una silla de ruedas.
Un accidente de trabajo le produjo una lesión medular. Esto le ha supuesto once años de parálisis desde la altura del cuello hacia abajo. Cuando conoció la técnica que utiliza el doctor Reis decidió operarse. Este médico se atreve a abrir por completo la columna para liberar el paso de fluido medular.
La historia de este aguraindarra pretende ser reflejo de la "revolución" que desde hace unos años está provocando en decenas de pacientes con lesiones medulares el neurocirujano portugués en su clínica de Lisboa. "Nosotros nos enteramos de la existencia de este médico a través de un conocido del pueblo", relatan Israel y su madre, Luisa, quienes no dudan en contar su experiencia y dar a conocer una técnica quirúrgica novedosa y arriesgada, que hasta el momento sólo practica en el mundo este médico luso, que publicó su primer trabajo sobre la operación en 2006.
Israel Cortijo, tres años después de la operación ha conseguido recuperar algo de movilidad y parte de sus sensaciones. "El doctor asegura que se trata de una operación arriesgada por lo delicada que es la médula espinal y por la consecuencias que se pueden producir en el paciente si se producen errores . Él es muy claro, no te engaña", reconocen Israel y su madre.
Según contó el cirujano en su visita a Donostia en 2007, la operación "trata de ir a la causa del problema intentando liberar la médula y volver a permitir que el líquido cefaloraquídeo circule normalmente y siga ejerciendo su función de transmitir las sensaciones al cerebro y de que éste emita sus órdenes de respuesta", explican.
La operación que, según el neurocirujano podría realizarse en personas de todas las edades que no tengan la médula seccionada, -el 80%, de los lesionados- llega hasta la misma médula, "se abre la duramadre que la recubre y se procede a la liberación medular completa retirando todo el tejido de aracnoiditis y los quistes existentes y, en una segunda fase, a la restauración correcta del alineamiento óseo que agarrotan la médula".
Gracias a ello, Israel ha mejorado considerablemente. Haber recuperado la en sensibilidad en las manos le ha devuelto la posibilidad de realizar actos cotidianos como rascarse o peinarse y, sobre todo, le ha dado ganas de seguir luchando para conseguir nuevos logros. Aumento de la sensibilidad, mejoras respiratorias, de equilibro, reducción de los dolores, percepción del deseo sexual y, por ejemplo, dejar de usar un contenedor para la orina y saber cuándo tienen ganas de ir al baño, entre otras, son algunas de las nuevas sensaciones que experimentan los pacientes tras la operación.
Operación arriesgada Lograr estas mejoras no ha sido un camino fácil. La operación implica riesgos, porque se hace a espalda abierta. Se interviene directamente en la zona de la médula espinal dañada. Se retiran adherencias de la zona dañada. Son fragmentos de vértebras, restos de la película que protege la médula y quistes que se forman después de un traumatismo. Todo ello obstruye la médula y agarrota o altera la circulación del líquido cefalorraquídeo. "Siempre hemos pensado que si existía una posibilidad de mejorar su situación haríamos todo lo posible", explica Luisa, quien dedica todo su día a cuidar de su hijo y acompañarlo a todas sus revisiones médicas y tratamientos de fisioterapia.
Cada año acuden cuatro veces a Lisboa con el objetivo de realizar rehabilitación medular "a fondo" con el consiguiente gasto económico -en torno a 1.100 euros cada una de las cuatro semanas que permanecen en el país luso- y psicológico.
Por ello piden a la Sanidad pública que mejore sus ayudas. Además, al igual que otras personas que se encuentran en su misma situación, demandan un centro para lesionados medulares en la Comunidad Autónoma Vasca donde atiendan su dolencia. En la actualidad, en Euskadi existen entorno a 143.000 personas con discapacidad.
Israel se ha encontrado a lo largo de estos años con personas que, como él, deben enfrentarse a la vida sobre una sillas de ruedas y entre los que ha hecho grandes amigos. Blas Urrutxua, Juan José Galán, Julen Larreta, José María Munduate, Peio Mugarza, Haizea Erquizia o Degant Cerviño, entre otros, se reúnen periódicamente para charlar y conocer sus nuevos avances. Todos ellos, al unísono, piden "humildemente y respetuosamente a Osakidetza que nos eche una mano a los lesionados medulares crónicos" porque "cada uno está investigando con su propio cuerpo y en su modesta economía". La mejora en la investigación y la prevención, unida a las nuevas tecnologías son aspectos clave para que las personas con gran discapacidad física puedan lograr la mayor autonomía y la mejor calidad de vida posible. Un enorme paso para personas que como Israel reconocen haber sufrido "un milagro" y haber abierto una ventana a la esperanza.