vitoria. La educación es un derecho universal y obligatorio hasta los 16 años, pero esta realidad se convierte en quimera cuando se trata de ciertos sectores sociales. Es el caso de las familias temporeras que visitan cada año el territorio acompañados de sus hijos que, en muchas ocasiones, permanecen en los campamentos mientras sus padres acuden a trabajar.

Esta situación, no obstante, ha mejorado mucho en los últimos años desde que las instituciones y la propia población denunció la situación de estos jóvenes que, como nómadas, no recibían el aprendizaje adecuado.

Este fenómeno se concentra especialmente en Rioja Alavesa, Agurain y Montaña Alavesa donde, según los últimos datos del Instituto Foral de Bienestar Social, había censados un total de 205 menores con especial prevalencia en la zona por excelencia de la campaña de uva.

Y es que es precisamente en esta zona donde se concentra la mayoría de temporeros. Una vez llegados a sus lugares de contratación, muchas familias deciden no escolarizar a sus hijos a pesar de la recomendación y posibilidad de hacerlo. Este fenómeno se ve especialmente agudizado en las primeras y últimas etapas de escolarización. Porque lo que sí es cierto es que la labor social e institucional ha logrado que los niños entre tres y doce años no sólo se matriculen sino que acudan con regularidad a las escuelas.

Este trabajo no ha calado con tanta fuerza en las familias con niños fuera de esta franja de edad. Así las cosas, tan sólo un 17,82% de los de seis años acudieron al colegio durante su estancia en Álava, mientras que en el caso de los cursos de ESO el porcentaje apenas alcanzó un 30%.

A la hora de buscar la justificación a estas ausencias, los progenitores e incluso los propios menores aluden a la corta duración de su estancia. También se refieren a otros motivos. como el miedo al transporte escolar, a que acuda solo, no sea aceptado o el cuidado. Incluso en el caso de los más mayores se da la obligación de cuidar de los menores.

Pero no son los únicos problemas a los que se enfrentan los hijos de los temporeros. Y es que los que si que acuden a la escuela presentan en muchas ocasiones dificultades con el idioma que retrasan su aprendizaje, así como su socialización.