cuando el atracador de la sucursal de la Caja Vital de Murgia abandonó a toda prisa la oficina, estuvo a punto de darse de bruces con dos patrullas de la Ertzaintza que se habían desplazado hasta el municipio para investigar otros dos asaltos previos. "Parece que había un congreso de ladrones en el pueblo", señalaba Ana desde su puesto de trabajo en el bar del hotel La Casa del Patrón. Un grupo de personas, completamente ajeno al robo de la sucursal según confirmó la propia Ertzaintza, habían aprovechado la noche anterior para desvalijar el bar de las piscinas y vaciar de todo tipo de aparatos eléctricos y electrónicos el interior de una sociedad de cazadores. Emplearon una furgoneta para llevarse lo robado y, aunque en el pueblo se comentaba que habían practicado un enorme butrón para entrar en el bar, en realidad habían usado herramienta especial para cortar la malla de la persiana.

"A eso de las diez menos cuarto nos han avisado de que habían atracado la Caja y nos hemos acercado para ver qué pasaba. Hemos visto un montón de ertzainas intentando abrir la puerta y un vecino que estaba sentado con las manos en el estómago tapándose una herida que sangraba. No sabíamos si el atracador seguía dentro, porque no le hemos visto salir. Han tardado un rato en abrir la puerta a golpes, porque no podían romper los cristales blindados. Luego ha venido el médico para atender a las dos chicas que estaban muy nerviosas", resumía Ana. "Cuando hemos hablado con ellas -las empleadas- nos han comentado que se les ha hecho muy largo. Durante el atraco han mantenido la tranquilidad, pero cuando ha acabado todo y han asimilado lo que acababa de pasar, se les ha venido todo encima", añadía.

Los agentes que custodiaban la puerta de la oficina bancaria lamentaban no haber llegado "un minuto antes" para poder haber puesto al atracador a buen recaudo, pero la mala fortuna quiso que se escabullera en el último instante. Corrió a través de la plaza sin que nadie reparara en él. La encargada de la farmacia que se encuentra justo frente a la sucursal estaba ocupada trabajando tras el mostrador y no vio nada. Correos también se encuentra al otro lado de la acera, pero en el momento del robo la cartera estaba "repartiendo, al otro lado del pueblo". En diagonal, se abre el escaparate de la panadería, aunque las dos panaderas no se dieron cuenta de lo sucedido hasta que llegaron las patrullas.

ladrón inexperto "Hemos visto a un vecino, cuyos padres viven en la casa junto a la sucursal, que se movía muy nervioso de un lado al otro. Luego nos hemos enterado de que era la persona que estaba en la oficina durante el atraco y que el ladrón le había tenido de rehén", explicaban. De todas maneras, su línea de visión no les permitía abarcar la ruta de huída que tomó el atracador, que pasó junto al café Zuia. "Yo, que estaba en la barra, no vi nada. Y mi jefa que estaba dentro, menos aún", resumía la empleada.

Javier Carro, miembro del Consejo de Administración de la Caja Vital y persona muy vinculada políticamente a la zona tras haber sido alcalde de uno de los municipios y presidente de la mancomunidad durante 12 años, fue una de las primeras personas que se acercó hasta Murgia para interesarse por lo ocurrido. Al repasar lo ocurrido, también aludió a la "aparente inexperiencia" del asaltante y confirmó que "al huir a pie por la plaza perdió el dinero por el camino".

segundo atraco Mientras la Ertzaintza cerraba los accesos rodados a Murgia para evitar que el atracador huyera en coche, llegaba el aviso de un segundo atraco, esta vez en el municipio riojano de san Vicente de la Sonsierra, que puso en alerta no sólo a la Guardia Civil, sino también a la Policía autonómica, por si los delincuentes elegían la vía alavesa, a apenas kilómetro y medio, para escapar. El suceso se produjo a las 10.30 horas en una sucursal de Caja Rioja, ahora ya Bankia, en el número 12 de la calle Mayor. A esa hora se encontraban en la oficina la directora y una clienta cuando entró un joven a cara descubierta y con una sudadera azul. Según le abrían, se colocó un pasamontañas, unas gafas oscuras y sacó una pistola.

Tras esperar a que llegara un empleado que estaba tomando café, el atracador les colocó a todos bridas en las muñecas y les encerró en el baño, amenazándoles con que si salían "tenía ocho balas en el cargador" para ellos.

Las víctimas oyeron como llegaba un segundo delincuente y entre ambos vaciaron el cajón de los billetes y monedas de gestión diaria. Mientras, en el baño, los empleados activaron la alarma y el empleado pidió ayuda por teléfono. Sin embargo, los delincuentes escaparon antes de que llegara la Guardia Civil, seguramente en un vehículo preparado, aunque se desconoce en qué dirección, lo que motivó las alertas en La Rioja y en Rioja Alavesa.

Al parecer, los dos delincuentes podrían estar ya detenidos, aunque debido a la investigación que se realiza sobre otros delitos cometidos, no se ha especificado dónde se encuentran.