EL humedal de Salburua es uno de los pulmones verdes de Vitoria. Grandes charcas, boscosa vegetación, preciosos paseos,... Pero, ¿cómo se ve desde el cielo? Pues la imagen debe resultar tan atractiva como a ras de suelo. Al menos eso parece a juzgar por la cantidad de aves que campan a sus anchas por este espacio, que superan las 200 especies diferentes anuales, de las que muchas se quedan de forma permanente en invierno.

Sobre todo, en estas fechas. Y es que la primavera es la época en la que más especies se pueden ver en sus desplazamientos de hasta 5.000 kilómetros desde Europa hasta África. Un espectáculo que se pudo disfrutar ayer gracias a la visita guiada que el centro de interpretación de Salburua, Ataria, organizó con motivo del Día Mundial de las Aves Migradoras.

El objetivo de la jornada era avistar una pareja de cerceta carretona que se ha instalado unos días en el humedal y que supone una rara avis de complicada localización. Y, lamentablemente, hizo honor a su fama de tímido y no asomó su bella cabeza de amplias cejas blancas. "Necesitan condiciones especiales de mucha agua y vegetación y aquí ya han crecido los lirios y las espadañas. Ahora la hembra está echada así que sólo se podría ver al macho", explicaba José Luis, el guía de la expedición. Pero, no hubo suerte.

Sin embargo, esta circunstancia no desanimó al grupo de exploradores que, desde el observatorio, siguió al detalle el resto de joyas que chapoteaban ajenas a los ansiosos espectadores. Y es que de las 450 especies de aves que frecuentan España, más de la mitad son migradoras, y la mayoría de las que pasan por el norte en esta época del año hace su parada para repostar en el humedal de Salburua.

Como las fochas, que tenían una ajetreada mañana desde bien temprano. Precisamente su discusión familiar tenía obnubilada a una de las pequeñas observadoras. "Mira, cuando se portan mal, la mamá también se enfada", le comentaba a su progenitora mientras observaba cómo la madre picoteaba a uno de sus patitos en la cabeza.

hormigas y cigarras No muy lejos de allí, las cigüeñas se erigían señoriales en la charca. Una especie que cada vez migra menos hacia África y se hace sedentaria en el sur de la Península. "Se quedan en los vertederos porque han aprendido que para qué viajar si tienen allí un supermercado las 24 horas", explicaba José Luis que apuntaba que la alimentación es el principal motivo de las migraciones. Los que no son tan vagos son los vencejos. Más bien todo lo contrario, ya que este ave similar a una golondrina negra vuela sin descanso, ni siquiera nocturno, hasta que busca un momento para tener crías. "Son las más tardías en migrar. No se paran ni para dormir. Hasta que no se reproducen a los dos años, están todo el tiempo volando. Son las que más vuelan y llegan hasta Sudáfrica", explicaba añadiendo que no todas las especies traspasan el Sahara.

Cerca de las cigüeñas, una gaviota planeaba sobre la charca controlando que su pareja cuidara sin problemas de su futuro retoño. "¿Qué es aquello?", preguntaba June. Un grupo de porrones comunes con sus preciosos picos azulados y sus llamativos ojos rojos le miraban fijamente. Y cerca de él el somormujo lavanco. Desde arriba, el humedal de Salburua parece tener un diez pero, a ras de suelo, es un once.