No llovía y no era San Prudencio pero los caracoles camparon a sus anchas ayer en la plaza de Abastos. Aunque los que realmente estaban a gusto eran todos los comensales que dieron cuenta de los 22 kilos de este molusco preparados con 18 kilos de tomate, seis kilos de tocino, cinco de chorizo y dos de perretxikos. Así que este animal de casa ambulante el martes pasó a mejor vida. En concreto, a las 9.00 horas, cuando Silvestre y Satur, de Danok Lagun Onak; Gabriel, de Xilikiturri; Ignacio, de Amairu bat; y Félix el rubio, de Ibai txiki empezaron a preparar esta sabrosa receta en el aula de cocina de Abastos. "Estuvimos hasta las 16.00 horas cocinando", recuerda Satur, quien empezó hace 20 años a ponerse delante de los fogones con el desaparecido Silverio Quintana, expresidente de Boilur, la Federación de las Sociedades Gastronómicas de Álava.
Eran otros tiempos, cuando la mayoría de los miembros de las sociedades gastronómicas no peinaban canas. "Ahora todos los que hemos colaborado para este evento somos jubilados. Es una pena que los jóvenes no tengan tiempo para preparar este plato y menos para estar aquí para servirlo", lamenta.
Sólo uno de los colaboradores en esta degustación no estaba retirado del mundo laboral. El gerente de la plaza, Eloy López de Foronda, quien detrás del mostrador repartía las raciones a los asistentes con los caracoles y los vasos de vino. Si bien, vigilaba que todos ellos antes le diesen cualquiera de los dos vales que se necesitaban para degustar tan ansiado manjar: el gratuito, que los comerciantes de Abastos daban en sus puestos a todos los que habían realizado alguna compra o el que por un euro daba acceso a la cata para el resto. A cambio, López de Foronda les daba un vaso de Rioja Alavesa de "bodegas Artuke de 2010" y un recipiente con unos siete caracoles, que deleitó a los alaveses que ayer dieron cuenta de ellos.
Dos de los primeros en saborearlos fueron el matrimonio formado por Josefina García y Florentino Pérez. "Venimos todos los sábados porque por comprar aquí te dan un vale para tomar un pintxo", relataban desde una de las mesas de la sala de cata. Les parecieron deliciosos. Mejores incluso que los que preparan en casa con jamón serrano, bacon y perretxikos.
Eloísa, otra de las participantes gracias a un vale de compra, también los prepara con los hongos típicos de primavera, "aunque el jamón es más económico", confesaba nada más echar a la papelera las cáscaras de estos animalillos de vida arrastrada. "La mejor receta que se puede dar es lavarles bien, echarles sal y moverles varias veces", recomienda.
Tampoco les pilló de improvisto esta inusual cita con los caracoles en Abastos a Victoria y su hijo David. Son de Albéniz, pero como venden pan en uno de los puestos de afuera del mercado ya la habían apuntado en sus agendas. "Están riquísimos y eso que a mí me da asco comer los que hago yo en casa".
En cambio, a Sebas Herrero y su hijo, Javi García, les "sorprendió del todo" la posibilidad de rendir culto a San Prudencio a través de su típico plato. "Están muy buenos porque le acabo de decir a mi madre que me los esperaba peor porque yo nunca les había comido hasta ahora", revelaba este chico, quien por sus estudios de Ingeniería de Montes conoce que la variedad de la especie que se servía se conoce como Helix Aspersa, vamos, el molusco alavés de toda la vida.