Vitoria. Ni las campañas de información sobre los efectos negativos en la salud ni las dificultades para su adquisición ni las limitaciones al consumo han logrado hasta ahora reducir sustancialmente el número de fumadores que hay en el País Vasco. No obstante, la erradicación del tabaco de todos los espacios públicos y, especialmente, de los ligados al ocio, puede llegar a conseguir, en opinión de los responsables sanitarios, lo que otras medidas no lograron. A favor de este optimismo juegan los últimos datos de venta de tabaco, que han registrado una caída interanual del 26,5% en los dos primeros meses del año, coincidiendo con la aplicación de la nueva ley antitabaco.
Los datos de la encuesta Euskadi y Drogas 2010 no recogen los efectos de esa ley, que entró en vigor en enero de este año, por eso los resultados que ofrece en materia de consumo de tabaco se pueden considerar como el punto de partida desde el que analizar en el futuro la incidencia de la controvertida regulación. El informe sí refleja, por el contrario, cuatro años de aplicación de la ley que impide fumar en todos los centros de trabajo, así como diversas campañas sanitarias e informativas, la inclusión de advertencias en las cajetillas y diversas medidas tendentes a dificultar la compra de tabaco, que incluyen sucesivas subidas de precios. Teniendo en cuenta todos estos factores, el informe relativo al consumo de tabaco en el País Vasco en 2010 evidencia que, en relación al periodo anterior (2008), hay un ligero descenso de la proporción de personas fumadoras (los fumadores habituales pasan de representar el 30,5% en 2008 al 28,9% en 2010), y un aumento, también ligero, de la de exfumadores y de quienes nunca han fumado. Aunque los cambios son muy leves -aproximadamente un punto porcentual de diferencia con respecto a 2006 y 2008 en todas las tipologías de consumidor de tabaco-, parece que el porcentaje de fumadores tiende a decrecer suavemente en la CAV. Una interpretación más negativa de estos datos, en cualquier caso, podría llevar a señalar que la caída en el porcentaje de fumadores que se produjo a mediados de los 90 se ha estancado, que el porcentaje de exfumadores no crece y que, si bien ha dejado de caer, apenas se incrementa en Euskadi el número de personas que nunca han consumido tabaco.
El 34,1% fuma En la encuesta (2010) el 34,1% de la población vasca se declara fumadora -en total, 570.789 personas-; de ellas, el 28,9% fuma habitualmente -483.698 personas- , un 31,3% de la población -algo más de medio millón de personas- consume tabaco a diario y el 5,2% fuma de forma esporádica, en celebraciones o acontecimientos especiales. Los exfumadores representan el 25,2% de la población -421.558 personas-, mientras que el 40,7% restante ni fuma en la actualidad ni lo ha hecho en el pasado.
Desde el punto de vista del tipo de consumo, la proporción de hombres que fuman habitualmente sigue siendo mayor que la de las mujeres -32,5% frente a 25,3%-; mientras que en el grupo de personas que nunca han consumido tabaco abundan más las mujeres -el 47,1% frente al 34,3% de hombres-. Sin embargo, la proporción de personas con un consumo ocasional es la misma en ambos sexos. Así, en líneas generales, el consumo de tabaco sigue siendo un hábito eminentemente masculino, a pesar de que en los últimos años se ha dado una tendencia hacia la igualdad desde el punto de vista de género, que es más evidente si los grupos de mujeres y hombres se dividen en diferentes franjas de edad.
En lo que respecta a los datos de 2010, puede decirse que las tasas de consumo habitual de hombres y mujeres son muy similares entre los 15 y los 34 años de edad, momento en el cual el porcentaje de mujeres fumadoras habituales empieza a ser menor que el de los hombres. De hecho, en algunas de las franjas juveniles el consumo femenino supera al masculino -entre los 25 y los 29 años hay una proporción mayor de mujeres que fuman de forma habitual (38% frente a 37,1%)-, mientras que hay más hombres no fumadores: 42,9% frente al 38,7% de mujeres.
La situación es inversa en las franjas de más edad, en las que se aprecia que más de siete de cada diez mujeres mayores de 65 años son no fumadoras (76,9%), dos de cada diez hombres fuman de forma habitual y cinco de cada diez han dejado el consumo, frente al 15,2% de mujeres mayores que son exfumadoras. La equiparación entre géneros en cuanto a las pautas de consumo de tabaco se da, por tanto, básicamente, entre los 15 y los 34 años.
Tanto entre los hombres como entre las mujeres, las tasas de consumo habitual más elevadas se dan en los grupos juveniles: entre los 20 y los 29 en el caso de las mujeres, y entre los 20 y los 24 entre los hombres, si bien entre estos se observa también una tasa muy elevada entre los 35 y los 44 años de edad.
De la alta tasa de tabaquismo en estos grupos de edad llama la atención el hecho de que son personas que se han educado, a diferencia de los más mayores, en un contexto sociocultural en el que los perjuicios del consumo de tabaco eran perfectamente conocidos, lo que pone de manifiesto la relativa ineficacia de los mensajes preventivos y de educación para la salud.
La ley de 2006 En la evolución del consumo de tabaco en los últimos años en el País Vasco ha tenido una influencia relativa la aplicación en 2006 en todo el territorio estatal de la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. De hecho, si en el conjunto de la población las tasas de consumo habitual han caído entre 2006 y 2010 en un 6,4%, entre las personas trabajadoras lo han hecho en un 8,3%, lo que podría deberse a la introducción de una normativa estricta relacionada con el consumo de tabaco en los centros de trabajo.
Pero los datos de la encuesta no son categóricos en este aspecto, ya que entre las personas desempleadas la caída del consumo ha sido del 12% y entre los estudiantes -que también están sometidos a esa norma- alcanza el 33%. Además, las menores reducciones se han dado entre dos colectivos completamente ajenos a las regulaciones del consumo de tabaco en el ámbito laboral: los pensionistas y las amas de casa.
La tasa de abandono recoge la proporción de exfumadores sobre el total de personas que han consumido tabaco alguna vez en su vida. En 2010 esta tasa es del 42,5%, con diferencias casi imperceptibles en función del género (la tasa de abandono de las mujeres es del 42,4% y la de los hombres asciende al 42,5%), pero sí se encuentran diferencias si este indicador se analiza por grupos de edad.
La tasa de abandono más elevada se registra entre los grupos de personas de más edad. Las personas entre los 65 y los 74 tienen la tasa más elevada -concretamente del 66%-, mientras que son los jóvenes entre los 20 y los 24 años quienes cuentan con la menor tasa de abandono -15,4%-. No obstante, la tasa de abandono de la población más joven (entre 15 y 19 años) es del 23,7%, un porcentaje que prácticamente duplica el registrado en 2006, año en el que la tasa de abandono de este grupo de edad era del 12,2%.
Los mayores fuman más El consumo medio diario de cigarrillos es de 12,8; el de puros de 2,5, y el de pipas de 3,2. Entre los exfumadores destaca el 7% de personas que antes de dejar el tabaco fumaban entre 31 y 40 cigarrillos diarios, y un 1,7% que consumía más dos paquetes al día. Las edades de mayor intensidad en el consumo van desde los 30 a los 64 años, aproximadamente, y el porcentaje de fumadores de más de un paquete diario llega a su tope entre los 55 y los 64 años, para volver a descender en los últimos años de vida.
El mayor nivel de intensidad en el consumo de las mujeres se da en la franja de los 45 a los 54 años, en la que el 11,3% de las fumadoras consume más de dos cajetillas diarias. Resulta significativo, en cualquier caso, que el patrón de consumo intenso entre las personas más mayores se da de forma muy similar entre hombres y mujeres.
Se constata también que existe una clara relación entre la duración del consumo y la cantidad de cigarros que se fuman diariamente. Los fumadores con una trayectoria de consumo más dilatada son también quienes consumen con más intensidad, aunque los porcentajes son muy similares tanto para quienes llevan fumando más de 20 años como para las personas que adquirieron el hábito entre 11 y 20 años atrás.
Los fumadores vascos confiesan que se iniciaron en el consumo en los últimos años de la adolescencia, concretamente a los 16,7 años, por término medio. El inicio en edades tempranas se relaciona con una mayor intensidad del consumo, por lo que el retraso en la edad de inicio protege frente a la adquisición de patrones de uso intenso.