Bilbao. Porque más vale prevenir que curar, los investigadores de Gaiker-IK4 llevan más de veinte años enfrascados en hacer realidad este refrán. Están diseñando fórmulas y planes de trabajo a corto y largo plazo que permitan ahorrar, o cuando menos no despilfarrar, un ingrediente fundamental para la vida (la humana y también la animal) que corre el serio y real peligro de desaparecer. De hecho, y según las estimaciones de Naciones Unidas, en el año 2025, la mitad de los habitantes del planeta Tierra tendrá graves problemas para subsistir debido a la falta de agua.

Cuenta la química Ana Urkiaga mientras revisa probetas, cánulas y demás envases repartidos por su laboratorio, que es posible corregir esta tendencia de la Historia. "Alternativas y tecnologías hay", subraya. Sin embargo, la respuesta a por qué entonces no se ponen en práctica conduce, una vez, más al poderoso señor don dinero. El precio del metro cúbico de agua sale por poco más de un euro; cuatro veces más barato que en otras ciudades como Copenhague, por ejemplo. "En cuanto las personas vean que empieza a aumentar el precio del agua y que hay problemas, las administraciones se involucrarán más y el usuario querrá aprovechar más el agua y adoptará este tipo de estrategias de reutilización del agua", vaticina Urkiaga.

En este sentido, calcula que aplicando de facto en las viviendas de nueva construcción las normativas y los sistemas ya existentes "hasta un cincuenta por ciento se podría aprovechar, y utilizar agua regenerada" en los hogares pero también otro tipo de instalaciones como polideportivos u hoteles, por ejemplo.

El margen de mejora, pues, es una realidad al alcance de la mano y, sobre todo, de la conciencia social. Ella trabaja en varios proyectos vinculados con esta cuestión de vital importancia: reutilización y reducción del uso del agua en los electrodomésticos para minimizar su consumo, el riego de campos de hierba artificial con agua regenerada, y la reutilización de las llamadas aguas grises y las procedentes de la lluvia en edificaciones.

"Los electrodomésticos, dentro de nada, además de tener una letra que indique su consumo energético llevarán otra que determinará la cantidad de agua que empleen", ilustra esta química industrial bilbaina. Vende con entusiasmo lavadoras, lavavajillas y duchas que funcionan con agua regenerada, por ejemplo, de la lluvia, cisternas de baño que expulsan el agua empleada en el lavamanos,... "Hasta un cincuenta por ciento se podría ahorrar", insiste Urkiaga. Y es que, para todas esas funciones no es necesario emplear agua potable. De hecho, y según las estimaciones, el consumo humano es inferior al 5% del total. En Euskadi, la tasa diaria por habitante ronda los ciento diez litros; por lo tanto, son poco más de cinco litros los que estrictamente deberían ser de una calidad óptima. "En vez de utilizar agua potable para esas otras tareas se podría emplear agua regenerada", concluye la investigadora.

"El tema -subraya Urkiaga- pasa por conseguir la sostenibilidad en el urbanismo y la planificación de las ciudades" y que los edificios de nueva construcción integren sistemas como el de la doble canalización, recogido ya en el Código Técnico de Edificación; no en vano, los hoteles con más de cuarenta camas deben tener este procedimiento que permite la circulación de las aguas grises para fines como tirar de la cisterna o poner una lavadora.

"Por ejemplo, un lavadero de coches puede funcionar con agua regenerada de la lluvia", detalla Urkiaga. En Australia utilizan este tipo de aguas para las labores contra incendios; y en Cataluña está prohibido usar agua potable para regar los campos de golf. El beneficio sería doble ya que al ahorro ambiental habría que añadir el energético "porque no hay que bombear desde la planta". "La reglamentación existente y los avances tecnológicos de los últimos años en lo que respecta a los sistemas de tratamiento de aguas (tecnología de membranas, ozonización, desinfección por luz ultravioleta) han contribuido al desarrollo de estrategias de reutilización de aguas", divulga esta química con más de 15 años de experiencia en los laboratorios de Zamudio.

El economista estadounidense Jeremy Rifkin se expresa sin ambages sobre este asunto de la ecoconstrucción y afirma que la economía basada en los combustibles fósiles está llegando a su fin porque ya no es sostenible y estima que el futuro pasa por "convertir los edificios en centrales de energía" captada del sol, el viento y el agua.

"Estamos agotando las reservas de petróleo y ha llegado la hora de replantear la civilización tal y como la conocemos", manifiesta. Rifkin, en una reciente visita a Gasteiz, recordaba que las revoluciones económicas han ocurrido cuando los seres humanos han cambiado su manera de gestionar la energía.