VITORIA. Álava respira historia y naturaleza. Y, en muchas ocasiones, ambas se juntan de la mano para crear espacios que recuerdan lo que este territorio fue y los tesoros que aún hoy en día guarda. Cuando Alfonso X el Sabio reguló por edicto real en 1273 la creación de las cañadas reales, probablemente no imaginaba que en pleno siglo XXI su legado continuaría vigente. Hasta entonces, estos caminos eran empleados por el pastoreo trashumante y con el decreto se pretendió regular, ordenar y proteger los recorridos que por uso o ubicación se consideraba que tenían que estar protegidos ante posibles amenazas.

Una realidad que fue cayendo en desuso debido al descenso del manejo de la ganadería y a la modernización del sector primario, que llevó a la sustitución del pasto por el pienso. Así la cosas, las cañadas fueron cayendo en el olvido y la vegetación fue dando buena cuenta de lo que supusieron algunas de las principales vías de comunicación durante siglos. Pero latente bajo la maleza, continuó uno de los mejores testimonios de cómo fue la vida en otros tiempos.

Y algunos alaveses se han resistido a que caigan en el olvido. Es el caso de la Junta Administrativa de Ibarguren, que ha decidido poner en alza uno de sus mejores y más escondidos valores. Y es que una de estas cañadas reales arranca desde esta localidad alavesa hasta llegar a Legaire, en la misma sierra de Entzia. Una ruta que figura en documentos históricos de la Real Chancillería como el camino de Gamelate en diferentes fechas. Un reducto de historia enmarcado en un bello entorno que desde esta zona decidieron rehabilitar el año pasado. Así las cosas, la entidad destinó un total de 236.000 euros para recuperar 2,7 kilómetros de vía.

El proyecto decidió respetar el origen del trazado y los materiales empleados en él para no modificar el entorno original. De esta forma, la ruta comienza en Ibarguren para, atravesando el monte de Corostizo y Arrizaren, llegar hasta lo alto de la Sierra de Entzia y finalizar en la zona de pastos de Legaire.

a la espera Un trabajo que la Junta Administrativa no quiere que caiga en saco roto. Por ello, ha cursado una petición a la Diputación alavesa para que incluya a la cañada como ruta verde de la provincia. Una clasificación que llevaría a que el Ejecutivo foral se encargara de su mantenimiento. De esta forma, se evitaría la entrada a vehículos de tracción que estropearan la senda restaurada.

De ser así, pasaría a formar parte de la extensa red de itinerarios verdes alaveses. Alrededor de 1.110 kilómetros de vías verdes, rutas, caminos, senderos de gran recorridos y nuevos itinerarios que conectan varios puntos del territorio vinculándolos, en ocasiones, a lo que fue la actividad de otras eras.

Desde luego, al sendero no le faltan valores para figurar en este grupo. De hecho, en la actualidad, este tipo de vías es más utilizada por excursionistas y ciclistas que por pastores, como era su función en sus orígenes, por lo que la catalogación supondría un nuevo atractivo para senderistas si, además, se cumpliera también la petición local de la creación de un merendero en la zona.

En cuanto a los intereses ambientales, destacan su catalogación como paisaje sobresaliente en dos de sus tramos, así como la de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) de Entzia y definición como corredor ecológico. Por otro lado, también se pueden hallar a lo largo del recorrido plantas carnívoras y bosques frondosos de quejigales y hayedos, en ocasiones centenarios.

En definitiva, un lugar fabuloso para pasear y recordar cómo reyes y plebeyos pisaron las mismas piedras y bebieron de los mismos riachuelos que se encuentran en este verde y real camino.