vitoria. Los grandes avances en el tratamiento del VIH y el aumento de la calidad de vida de los afectados por esta enfermedad han hecho perder la perspectiva de la realidad de esta dolencia, que no encuentra mejor medicación que la prevención. Obviar el riesgo de la patología significa apostar para perder y relajarse en la adopción de medidas contra el contagio del virus puede derivar en funestas consecuencias. Para muestra, la realidad alavesa. Los servicios médicos diagnosticaron 32 nuevos casos a lo largo de 2010, dejando junto a los fríos números una tendencia preocupante. Cada vez hay más contagios (siete más que en año precedente), cuando la información existente y el trabajo de concienciación realizado debería bastar para contener la enfermedad. No en vano, lo registrado en el territorio histórico contradice los datos generales de la CAV, donde en el mismo periodo se notificaron 179 diagnósticos de VIH, con un descenso del 13,5%.
La lucha contra el VIH en Álava ha dado un paso atrás que queda reflejado en los datos del Plan de Prevención y Control del Sida. Los mismos realzan una realidad preocupante compartida por los colectivos que trabajan día a día con esta enfermedad. A su juicio, el retroceso que se vive en el territorio en la lucha contra el VIH obedece fundamentalmente a la relajación que la comunidad gay está adoptando en materia de prevención. A pesar de que se estima que alrededor del 10% de la sociedad es homosexual, el informe evidencia que casi la mitad de los nuevos infectados pertenece a este colectivo. En concreto, el 41,2% de los nuevos positivos de Euskadi se ha dado en hombres que tienen sexo con hombres asumiendo prácticas de riesgo, lo que supone un aumento de ocho puntos con respecto al ejercicio anterior. Unos datos que prácticamente igualan los de la transmisión a través de relaciones heterosexuales, que se sitúan en el 43%.
"Con el sexo, la prevención tiene que ser constante, es barata pero muy necesaria. La falta de percepción de riesgo ha derivado en esto, sobre todo, entre los jóvenes gays que no han visto la peor cara del sida", comenta el presidente de la Comisión Antisida de Álava, Miguel Ángel Ruiz. En ese sentido, el estudio señala que seis de cada diez diagnósticos se realizaron en personas de entre 20 y 39 años, una franja de edad en la que, además, se disfruta más del ocio nocturno.
Pero no sólo preocupa la trayectoria ascendente en el número de positivos en la comunidad gay en los últimos años sino el estadio en el que la enfermedad se encuentra cuando conocen el resultado de la prueba que detecta la presencia de VIH en el organismo. Según el Plan de Prevención y Control del Sida casi la mitad de los diagnósticos de 2010 fueron tardíos. Es decir, que el 43,7% de los nuevos infectados descubiertos ya había desarrollado sida por lo que el tratamiento era imprescindible. Y esto a pesar de que la Comisión Antisida está segura de que el acceso a las pruebas rápidas en la propia asociación y en cuatro farmacias vitorianas ha favorecido un mayor control y detección del síndrome.
De hecho, se seguirá haciendo hincapié en la necesidad de someterse a este tipo de test si se han asumido prácticas de riesgo o para hacer un primer control rutinario. No en vano, el 41,2% de las nuevas infecciones corresponde a personas originarias de otros países, en su mayoría, latinoamericanos y africanos. En algunos de estos casos, el virus podría haberse contraído en los propios países de origen donde el acceso al diagnóstico no resulta tan fácil, ni existe conciencia de los efectos del sida.
Pero no todo son malas noticias. Y es que los resultados del VIH han mejorado notablemente en toxicómanos a través de vía parenteral y prostitutas. En el primer caso, en los últimos quince años se ha pasado de más de un 90% de presencia en los nuevos casos al 4,8% de 2010. Una circunstancia similar se observa en el colectivo de las meretrices. Hace una década muchas de ellas eran portadoras del VIH mientras que, en la actualidad, apenas ninguna se encuentra afectada por esta enfermedad.