Y la tortilla cocinada por el consejero vasco de Interior dio la vuelta. Si Rodolfo Ares pretendía echar a la opinión pública sobre los agentes por reivindicar mejoras laborales en plena crisis, tal y como aseguran los sindicatos de la Ertzaintza, éstos no han tardado en descubrir cómo hacer girar las tornas del juego y ganarse las simpatías de los conductores de la CAV, que son legión. Para demostrar que la ciudadanía no tiene por qué pagar los platos rotos de sus desavenencias con Lakua, han decidido relajar sus bolígrafos y talonarios. Sólo multan lo imprescindible. Al resto de los infractores, les aperciben de lo ocurrido y les mandan a casa con una leve advertencia. "Ahora salimos a la calle a informar a la gente", explica un ertzaina dedicado a labores de tráfico. Antes, este agente que conduce un radar móvil por las carreteras de la CAV, facturaba una media de entre 20 y 30 sanciones diarias. Multas de las que se llevaban por delante medio carné en puntos y buena parte del sueldo en metálico. Ayer, sólo tramitó 6. "Las más graves, las que rozaban la temeridad".
La reacción de los conductores ha sido, lógicamente, la esperada. "La gente lo agradece mucho y nos dicen que ojalá fuera siempre así. pero ya les explicamos que esto es temporal, que estamos de rebajas", señala no sin cierta ironía. Las multas por pisar la línea contínua, saltarse un ceda el paso o un stop, hablar por el móvil mientras se conduce o no llevar abrochado el cinturón de seguridad, también han pasado a mejor vida por el momento. "Queremos concienciar a la ciudadanía de que no somos recaudadores", subraya el agente.
Otro patrullero dedicado a labores de vigilancia en carretera indica que "esto se veía venir". Y no se refiere sólo a la escalada de hostilidad entre Ares y la plantilla. Alude también al sistema de trabajo. "Antes tenía asignado un tramo y todos los días lo recorría para comprobar que todo estaba bien. Realizaba los controles que se necesitaban y la mera presencia policial era efectiva. Ahora sigo en el mismo tramo pero me centro en controles estáticos. No sé lo que pasa en el resto de la carretera. Eso sí, parece que hacemos más porque nos dedicamos a recopilar datos para alimentar una estadística que finalmente se vende en el Parlamento vasco", lamenta.