vitoria. Sin duda, una de las noticias que más ha impactado a Primitivo Prieto es una que califica de "monstruosa": la de las víctimas que señalan que el presunto tráfico de bebés se podría situar en la Clínica O" Donnell, maternidad en la que este doctor realizó su especialidad. Pese a ello, el facultativo leonés, pero alavés de adopción, renunció a la plaza que en Madrid le ofrecieron. Corría el año 1963, fecha en la que vino a Vitoria para hacer las milicias "era por unos meses, pero me quedé". En ese año, empezó a trabajar en la antigua Clínica Arana. Un año después, empezó a ser ayudante de Tocología y Ginecología, cargo que ocupó hasta 1969, cuando pasó a ser Jefe de Cupo (de equipo). A partir de 1970, Arana se jerarquiza, por lo que los que hasta entonces habían ejercido como ginecólogos y pediatras, desde 1972 dejan de realizar la asistencia y pasan a ser consultores.

¿Cuántos ginecólogos, pediatras y matronas había en plantilla en la Clínica Arana?

Tocólogos éramos cinco y pediatras habría pues tres. A partir de 1972 eso aumentó bastante al jerarquizarse. Matronas había turno permanente, por lo que mínimo habría seis. Las enfermeras limpiaban a las mujeres, pero estaban sólo si las matronas las necesitaban.

¿Qué formación tenían las matronas?

Tenían carrera propia, equivalente a Enfermería, pero tenían escuelas profesionales propias, había en Madrid, Cruces, Santander... donde estaban dos o tres años y les daban el título. Con el tiempo, éste pasó a ser una especialidad de las que estudiaban Enfermería.

¿En Álava no había esas escuelas?

No, se tenían que ir a especializarse a esos sitios.

¿Quiénes atendían los partos en las maternidades provinciales?

La de aquí era bastante aceptable, tenía sus propias matronas y allí iban las solteras, que abandonaban a los niños. Entonces, la Diputación se encontraba con una cantidad importante de niños a los que tenía que acoger, por lo que la lista de los deseosos en adoptar era menor. Por eso, no había necesidad de proveer esas demandas fraudulentas. Además, la Diputación, cuando no tenía voluntarios o solicitantes suficientes, pagaba a familias para que les acogieran. Y no al revés, de gente que pagara por robar niños. Tampoco es cierto que los religiosos decidiesen a quién se lo entregaban, sino las Juntas Provinciales, en las que estaban, médicos, maternólogos, puericultores y funcionarios de la Diputación, que eran los que firmaban las adopciones.