¿Por qué los fumadores se enganchan al tabaco pese a ser la primera causa evitable de enfermedad y muerte? ¿Por qué lo hacen, si abandonando el consumo diario de 20 pitillos podrían ahorrar más de 1.300 euros al año? ¿No es un motivo suficiente para dejarlo saber que un cigarrillo contiene alrededor de 4.700 productos químicos, de los cuales 200 son venenosos y 43 cancerígenos? ¿Les suenan la acetona, el amoníaco, el arsénico, el butano, el cadmio, el cianuro de hidrógeno, el níquel o el polonio, entre muchos otros?
Conocer los beneficios que sobre la salud y la economía personal tiene dar la espalda al tabaco resulta fundamental para, al menos, intentarlo. Claro que no es fácil. Derrotar a la adicción forjada durante años de consumo implica tener mucha fuerza de voluntad y, por qué no decirlo, "estar dispuesto a soportar cierto malestar" generado por el síndrome de abstinencia. Jone Ojeda, psicóloga del área de Prevención y Promoción de la Salud de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), impartió ayer una charla en el edificio de Las Nieves del campus gasteiztarra de la UPV que, cuando menos, dio que pensar a los fumadores que la escucharon.
La profesional realizó un interesante recorrido que se detuvo, por ejemplo, en la eficaz maquinaria publicitaria de la industria tabaquera, que ha invertido millones de euros en asociar valores positivos a los cigarrillos -buena suerte, distinción social, glamour...-; el proceso adictivo, forjado desde el plano físico y psicológico, donde se entremezclan factores emocionales, sociales y económicos; o las herramientas de las que los fumadores disponen para abandonar el consumo. Ojeda recurrió al símil para expresar lo que supone caer en las afiladas garras del tabaco. "Fumar es como si yo calzara el número 37 y comprase un 35. Paso un dolor de pies horrible, pero qué sensación de placer me da cuando llego a casa y me quito los zapatos".
La nicotina, responsable del inmenso poder adictivo del tabaco, el alquitrán, que participa en la génesis de los procesos tumorales, y el monóxido de carbono, ligado a las enfermedades cardiovasculares, son, quizá, las tres sustancias tóxicas más populares que contiene. "Enfrentarse a los hechos" y lograr, entre otros beneficios, reducir el riesgo de sufrir cánceres y ataques cardiacos, mejorar la circulación sanguínea y la respiración no constituye, por desgracia, un camino de rosas para los afectados. Ojeda, por ello, hizo ayer hincapié en las ventajas que comporta apostar por las terapias combinadas para dejar el tabaco, las que se valen tanto de tratamientos farmacológicos -terapias sustitutivas de nicotina, antidepresivos o bloqueadores de la recepción de la nicotina- como de pautas conductuales de intervención.
De todas formas, ¿cualquier día es bueno para dejar de fumar? "Nunca hay uno ideal", certificó Ojeda, lo que sí que existen son "momentos menos malos para iniciar el proceso". Así, la psicóloga recomendó a quien quiera abandonarlo hacerlo cuando se tenga un estado de ánimo adecuado, no estando sometido a una situación de estrés intenso o a un periodo de luto. La irritabilidad, los episodios depresivos, el insomnio o el cansancio que pueden aparecer durante este trance "son síntomas pasajeros, a diferencia de los que crea seguir fumando". Por último, instó a fijarse un día concreto, desaprender automatismos adquiridos, cumplir unos objetivos diarios o buscar el apoyo familiar.