Vitoria. Vallejo, que ha volcado su carrera en los trastornos depresivos y los obsesivo-compulsivos, presidió ayer la sesión inaugural del XIX Curso de Actualización en Psiquiatría que acoge el Palacio Europa. La situación de la investigación psiquiátrica es uno de los ejes fundamentales de esta ya clásica cita.

La investigación es esencial para que un sistema de salud sea competitivo. Sin embargo, este encuentro gira en torno a la "precaria" situación que, en su campo, atraviesa en el Estado.

La investigación es fundamental, pero no es una seta que sale en el bosque de una forma rupestre o silvestre. La investigación surge como un producto de una actividad profesional correcta. Es decir, es algo secundario a la práctica clínica. Sólo con buenos clínicos se puede hacer buena investigación, y esto es algo que no siempre se tiene en cuenta. Para investigar hay que tener un criterio clínico sobre qué se investiga, por qué, con qué objetivos... Si no, podemos tener una investigación estéril y con poco fundamento.

¿Estamos ante un peligro futuro o una realidad actual?

Estoy llamando la atención sobre lo que puede llegar a pasar. Hace 30 ó 40 años, cuando yo acabé la carrera, lo primero que hacíamos era clínica, ver enfermos, diagnosticar... Fundamentos básicos de lo que supone ser psiquiatra. Si tú estabas en un equipo bueno, surgía una inquietud por la investigación, por profundizar y analizar determinados temas. Así, te convertías poco a poco en investigador. Actualmente, si no somos cuidadosos, puede darse un enfrentamiento porque hay gente que recién acabada la carrera y, sin un fundamento clínico, pasa a la investigación. A veces salen cosas curiosas, que se publican, pero se va produciendo una dicotomía entre las fuentes investigadoras, que viven de la investigación, frente a otros que son más maltratados, los clínicos. Alguien podrá decirme que estoy haciendo un reduccionismo o una simplificación. Y sí, la estoy haciendo, pero porque puede haber un peligroso derive hacia esto.

A pesar de este panorama, la investigación estatal en Psiquiatría parece gozar de una buena reputación.

Sí, podría decirse que es brillante, mejor que en otros países del entorno que nos superan económicamente. Lo que son precarios, quizá, son los medios.

¿Qué se puede hacer para mejorar?

Tener esos medios y también un buen bagaje de competencia.

¿A qué se refiere?

Preparación, formación clínica y algo que ha bajado mucho en los últimos tiempos, el pensamiento psiquiátrico. Antes, los residentes tenían que leer mucho sobre filosofía, sociología... Pero ahora, casi todo gira en torno a la neurobiología, y eso no puede ser. Deben cuestionarse cosas del presente y, para eso, hay que conocer el pasado.

Hablando ahora de los trastornos depresivos, uno de los campos en los que se ha centrado su actividad, ¿asistimos con la actual coyuntura de crisis a un aumento de casos?

Las grandes depresiones, la melancolía, no han aumentado. Pero sí lo han hecho esas reacciones depresivas leves que se producen ante los pequeños o grandes problemas económicos o sociales de las personas.

¿Seguimos tendiendo a psiquiatrizar estados de ánimo que forman parte de circunstancias de la vida?

Cuando hablamos de melancolía está muy claro, hay una clínica muy concreta que permite decir este paciente es un depresivo. El resto, son reacciones depresivas que pueden aparecer como producto de un problema psiquiátrico... pero también de la vida. La psiquiatría debe marcar unos límites, porque si no se produce una peligrosa inespecificidad del fenómeno psiquiátrico, que queda un poco diluido y se produce esa psiquiatrización de la vida cotidiana. La psiquiatría debe luchar contra esto pero es difícil, y más hoy en día.

¿Ha sido testigo de casos extremos?

Hace seis o siete años vino a mi consulta una pareja joven que había perdido a su hijo hacía tres semanas. Venían porque estaban tristes, para ver si yo les podía ayudar. Esto antes habría sido inusitado. Hay gente que dice que podemos ayudar, confortar... Sí, pero yo diría que hay que estar muy al tanto de no psiquiatrizar la vida. Los problemas humanos los debe tratar la sociedad y el individuo, no la psiquiatría, aunque éste es mi punto de vista y a lo mejor no es compartido por todos.