Vitoria. Dos nuevos casos y van... El robo de cobre y las detenciones relacionadas con las sustracciones del citado metal se han convertido en una constante. De hecho, los diferentes cuerpos policiales ya han abierto tantos expedientes que podrían cumplimentar los hechos con una nutrida relación de estadísticas. En ellas aparecerían los dos últimos casos reseñados por Ertzaintza y Guardia Urbana de la capital alavesa. En el primero de ellos, la Policía autonómica detuvo en la madrugada de ayer (2.00 horas) a una pareja, de 37 y 24 años, respectivamente, acusada de un delito de robo. Los arrestados fueron sorprendidos por los agentes el polígono industrial de Murga (Ayala) a bordo de un turismo en el que habían cargado parte del botín, unos 200 kilos de cableado eléctrico, que se correspondían al existente en el sistema de iluminación de la zona. En el segundo caso, los municipales gasteiztarras imputaron un presunto delito de hurto a un varón de 30 años por extraer cable eléctrico de un arqueta en el parque de Antonio Amat el pasado 31 de enero.
Tanto un caso como otro argumentan un fenómeno iniciado hace escasos años y que responde a cuestiones netamente pecuniarias. Al parecer, la expansión industrial de las grandes economías en expansión, como China o Brasil necesitan cobre para abastecer a su floreciente industria. De ahí que en los mercados, ambos gigantes capitalicen gran parte de la oferta de este metal. Por eso, el precio del mismo ha subido más de un 50% y, por ende, ha logrado atraer a los amigos del dinero fácil como lo hace la miel a las moscas. Tanto es así que instituciones y empresas como Telefónica, además de instalar sensores que advierten de un posible robo, han decidido colaborar con la Policía al ceder a ésta los planes de su red de cable para detectar las zonas susceptibles de ser vigiladas especialmente.
Pese a ello, cada vez hay más casos de robos. El botín o es exportado o llega por la puerta de atrás a chatarrerías que lo compran a un precio que oscila entre 1,5 euros o 3,5 euros el kilo.