vitoria. La ciencia no es la materia fuerte de los escolares vascos, según el último informe Pisa.
Mi opinión en esto es muy clásica: creo que la mejor enseñanza es la que despierta en el alumno la pasión y el amor. Si el profesor es capaz de despertar esto, lo demás viene por descontado. Es así como Anne Sullivan enseñó a leer a Helen Keller. Cuando ella entendió que las palabras tenían significado, aprendió exponencialmente. Le despertó la pasión por conocer, que es como llamamos al congreso por el décimo aniversario del DIPC. Aunque no sé si esto se puede hacer de forma global porque la creatividad exige un entrenamiento básico en los fundamentos y no se puede apreciar la belleza de algo si no se entrena en el lenguaje y, a veces, el lenguaje es árido. Uno no puede disfrutar de la belleza de la teoría de la relatividad o la física cuántica sin un entrenamiento férreo en las matemáticas. No tengo la solución, pero creo que profesores bien formados, bien motivados, bien remunerados y bien reconocidos socialmente son la clave del éxito por encima de metodologías.
En 1979, escribió un artículo titulado "Hacia una universidad vasca". ¿Dónde está ahora la UPV/EHU?
Abogaba por que fuera un instrumento para que los vascos aportaran su creatividad a la cultura universal. Hoy, nuestra universidad es sustancialmente mejor que la de 1980. Gran parte ha sido por una política correcta del autogobierno. Hay núcleos en nuestra universidad que son competitivos a escala mundial. Ahora bien, en esto los demás también avanzan. Así que debemos consolidar lo realizado con la vista puesta en el entorno internacional. Sólo para mantener nuestra posición tenemos que hacer un esfuerzo inmenso.
Pero corren malos tiempos para invertir en ciencia.
No tan malos. Los dos caminos que el mundo está eligiendo para afrontar la crisis, Obama y su aumento del gasto, y Merkel conteniendo el déficit, coinciden en que no hay que tocar la formación, la ciencia y la innovación, porque son garantías de nuestra posición en cuanto salgamos de la crisis. Todos los gobiernos de Euskadi han realizado una acción ejemplar en esta materia. Me agrada porque la ciencia no tiene que depender del color ideológico.
¿Por qué le gusta el sistema investigador de Estados Unidos?
Son universidades de gran calidad pero con gran autonomía. Algunas de nuestras universidades tienen eso pero carecemos de su sistema de dotaciones patrimoniales, lo que llaman endowment, que les dota de un fondo del que pueden utilizarse sólo los intereses. Permite una política propia y no malgastar presupuestos por la urgencia de cumplir el año. La universidad es demasiado grande para funcionar así por el momento, pero empecemos con fundaciones, por ejemplo. La clave es que lo administrativo no sea un obstáculo.
¿Cómo ve la escuela vasca, de la que usted puso las bases hace 30 años?
Se ha avanzado sustancialmente y se sigue en la dirección correcta. Cuando el primer gobierno arrancó, el problema era empezar el curso. Recuerdo el follón que era simplemente que los profesores estuvieran en su sitio cada septiembre.