El recuerdo de la Vitoria tropical de hace tan sólo dos semanas se ha congelado. Siberia-Gasteiz ha vuelto y parece que tiene intención de quedarse un rato largo. Pero aunque el mercurio se haya puesto la bufanda, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha comprobado a pie de calle que a los habitantes de esta ciudad el frío no les esclaviza en casa. Se disfrazan de cebolla si toca salir de compras, cambian la calle por el interior del bar y templan el estómago con caldo, café y vino. "Nada de quedarse encerrada, aunque dé pereza", proclama Amaya, jubilada de profesión, que no en la vida. Todos los días sale con sus amigas a caminar, de diez a once y veinte de la mañana: casa-Armentia, Armentia-casa. "Y da igual el tiempo. El otro día, por ejemplo, hacía menos dos grados. Braga para el cuello, gorro, guantes, botas... Y listo".

Su marido, Carmelo, asiente. Él es también un andarín, aunque el termómetro amenace con congelarle las ideas. Igual que Alfredo. No hay día que no salga a patearse la ciudad. "Me pongo el gorro para mantener la cabeza caliente, que no tengo pelo, un jersey grueso y un abrigo. No se necesita mucho más. Vitoria ya no es lo que era", sostiene este veterano. En sus 67 años de vida, ha sufrido inviernos "realmente duros", así que ahora le hace gracia que la gente se queje de frío. "Hace 35 años, o hace 30, hubo un diciembre con 18 grados bajo cero. Se reventaron todas las tuberías de las escuelas... Y, además, yo he visto nevar así", explica, mientras levanta la mano a la altura de su cintura con convicción.

Álvaro no sabe lo que es eso. Mide poco más que el edredón blanco al que se enfrentó Alfredo en sus tiempos mozos. No obstante, ya ha aprendido a saborear las bondades de esta estación. Sentado en la barra del bar La Unión, apura en apenas dos minutos una taza de caldo. Y pide una segunda. Paga su tío, Paco, con quien ha salido a comprar unos cordones para los zapatos. "Es que está muy rico, aunque mi bebida favorita es la leche", matiza el chaval, que todavía no se ha aburrido del frío. "Lo llevo bien". "Y yo", añade el tío, a quien no le preocupa el anuncio de la ola polar. "De momento, no estamos teniendo un invierno tan malo". El número de caldos servidos a lo largo del mes atestigua, sin embargo, que en los últimos días los vitorianos están pasando frío. "Junto con diciembre, enero está siendo un mes fuerte", afirman los dueños del local.

El Pregón también piensa en sus clientes, aunque a este bar le ha dado por regalar calor de hogar en la terraza. "Desde que se implantó la Ley Antitabaco, hemos puesto mantas", explica Nacho. Es una fórmula habitual en el norte y este de Europa, pero en Vitoria este local de la plaza de la Provincia puede considerarse un pionero. Las más sencillas las compraron en una gran superficie de Bilbao, pero las esponjosas proceden de Suiza. "Y, poco a poco, la gente las va usando. Sobre todo las mujeres". ¿Porque son más frioleras? "Yo creo que porque a ellos les da más vergüenza", opina el hostelero, quien asegura que no se ha registrado ni un solo robo este mes. "Es verdad que lo primero que pensamos es que se las iban a llevar, pero siguen todas y, además, están intactas". Será que el frío vitoriano congela hasta las malas intenciones.