Vitoria. Para numerosos escolares alaveses, acudir a clase y seguir con atención las explicaciones anotadas en la pizarra por sus profesores constituye un verdadero calvario. Para otros, el problema aparece cuando deben leer un libro durante un largo periodo de tiempo. Problemas visuales como la miopía, que merma la capacidad de las personas para ver desde lejos, o la hipermetropía, que impide una correcta visión de cerca y puede generar fuertes dolores de cabeza, están detrás de un alto número de casos de fracaso escolar, lo que explica la importancia de pasar revisiones periódicas para detectarlos cuanto antes. En el caso de los niños, los especialistas recomiendan que la edad límite sea de cuatro años, momento en el que los niños ya pueden colaborar afirmando -o no- que pueden ver una serie de imágenes con nitidez.
Según los datos recopilados por el Ministerio estatal de Educación, uno de cada tres abandonos escolares antes de acabar la etapa obligatoria están motivados por problemas como los ya citados y otros también habituales como el astigmatismo y la ambliopía, el comúnmente conocido como ojo vago, cuando no han sido tratados correctamente. Aunque no se llegue al extremo del fracaso escolar, el posible descenso en los rendimientos supone un motivo suficiente para atajar el problema en sus estadios más iniciales. Uno de cada cuatro escolares alaveses padece alguno de estos defectos visuales denominados refractivos.
Ramón Jiménez de Muñana, oftalmólogo de la Clínica Baviera de Gasteiz, recuerda que la maduración del sistema visual, la correcta conexión entre el ojo y el cerebro, se produce entre los cuatro y los 12 años, por lo que corregir los defectos durante la infancia evitará llegar a la edad adulta cuando éstos sean ya irreversibles. Sobre todo, en el caso de la ambliopía, que se da cuando la imagen de un ojo es más nítida que la del otro y, en consecuencia, el cerebro sólo trabaja con el más hábil. "Tapar el ojo sano y hacer que el niño trabaje con el otro hace que desarrolle su máximo potencial", explica Jiménez de Muñana. Su clínica, precisamente, ha puesto en marcha una campaña de revisiones gratuitas a escolares que tiene en la detección del ojo vago para atajar fracasos escolares evitables su máximo objetivo. "Efectivamente es un problema, y por eso queremos concienciar a los padres de que den el paso; la prevención es lo más importante, y sobre todo en la infancia", justifica el profesional.
Por suerte, las revisiones oculares son cada vez más habituales en los centros alaveses, una labor desarrollada en colaboración con Osakidetza que permite adelantarse al problema en muchas ocasiones. Nieves Maya, directora del colegio Sagrado Corazón de Gasteiz, explica que ante los problemas de lecto-escritura que puedan sufrir los alumnos en primera instancia se les deriva al médico para descartar causas físicas, entre ellas los problemas de visión. "Son fáciles de detectar, sobre todo la miopía, pero hay que tener en cuenta que el niño es el último que se da cuenta de que tiene un problema, porque no sabe lo que es ver bien; la detección tiene que ser por parte de los adultos y cuanto antes mejor", advierte Maya.
A diferencia de lo que sucede con la deficiente visión lejana, las hipermetropías sí suelen pasar desapercibidas para muchos niños, que acomodan el ojo a la hora de leer y no perciben que sufren visión borrosa. "Muchos escolares son hipermétropes y lo siguen siendo hasta la edad adulta sin que eso dé la cara. En estos casos el problema se suele manifestar con una vista cansada a los 30 años, quince antes de lo normal", argumenta Jiménez de Muñana. Esto explica que, aunque los defectos refractivos cuenten con una incidencia muy similar, la miopía sea vista entre los niños con más frecuencia.