las patologías psiquiátricas graves no se contrarrestan exclusivamente con tratamientos farmacológicos o ingresos hospitalarios en periodos de crisis agudas. Los pacientes que suman varios años de evolución tras haber recorrido las diferentes estructuras de la red gasteiztarra de salud mental, aunque en mayor o menor medida puedan desenvolverse por sus propios medios, requieren también de una intervención específica y cercana destinada a desarrollar sus mejores capacidades, una labor que desde hace casi tres décadas desempeña el Centro de Rehabilitación Comunitaria ubicado en la calle Reyes Católicos. Margarita Hernanz, la psiquiatra responsable del servicio, resume el trabajo que su equipo realiza con los pacientes, generalmente hombres, afectados por psicosis y con una edad media estabilizada de 45 años. "Intentamos volver a darles la mayor capacidad personal posible para que puedan hacerse cargo de su propia vida y vivir en la comunidad con arreglo a sus potencialidades. Es lo que ahora se llama empoderamiento, hacer que el usuario tenga conciencia de que con la enfermedad pueden haber cambiado algunas cosas pero que eso también brinda oportunidades para desarrollarse. Hay que capacitarlos, y para eso utilizamos diversas formas de trabajo", explica Hernanz.
Dentro de ellas, la infraestructura dependiente de Osakidetza ha logrado recientemente un plus añadido de popularidad gracias a su taller de pintura, en el que toman parte cerca de 50 de las 200 personas a las que presta asistencia en total. No en vano, el centro de rehabilitación ha logrado el primer premio en el cuarto concurso nacional de pintura Puro arte, cuya entrega de premios se desarrolló el pasado mes de noviembre en Burgos, localidad acogedora de la iniciativa.
21 cuadros realizados por otros tantos improvisados artistas del centro lograron el galardón, dotado con 1.500 euros, que también ha recaído en la labor desempañada durante los últimos 25 años por el equipo responsable del taller. Las obras han pasado a engrosar el depósito de la colección Puro arte, dirigida a estimular la creatividad y la integración de las personas con enfermedad mental.
Hernanz enumera todo lo que le aporta al paciente participar en una actividad de estas características: "Por una parte les ayudas a crear unas habilidades cotidianas, porque ir a un grupo de pintura implica trabajar la puntualidad, llegar aseado y, muy importante, ser capaz de levantarse de la cama creando una dinámica... Pero también, el respeto al compañero y los materiales, aprender a esperar cuando se tiene una duda y saber cómo hay que comportarse", explica. Todo eso sin olvidar, lógicamente, que el paciente logra desarrollar unas destrezas más técnicas, relacionadas con el dibujo y la pintura, "que pueden darle la sensación de que sí es capaz de hacer cosas y no lo ha perdido todo".
un museo de art brut Echar un simple vistazo al Centro de Rehabilitación Comunitaria sirve para comprobar que la pintura juega un papel muy especial dentro de sus instalaciones. Su pasillo principal contiene una amplia serie de obras elaboradas por pacientes que han integrado el servicio en los últimos años. Cuadros abstractos, autorretratos, con tintes cubistas, surrealistas o incluso impresionistas. Una suerte de pequeño museo de Art Brut, el término acuñado a mediados del siglo XX por Jean Dubuffet para denominar a la expresión artística creada fuera de los límites de la cultura oficial, sobre todo por pacientes psiquiátricos.
El interés por el arte le viene de lejos a Jesús María Mariaca, monitor del taller gasteiztarra, que cursó estudios de Historia y siempre ha pintado de forma autodidacta, incluso impulsando alguna exposición. Las especiales características de sus alumnos le obligan a estar casi siempre encima y lanzarles todo tipo de ideas para que se animen a comenzar una nueva obra. "Es un toma y daca. Hablas con ellos y buscas algo, pero sucede como con la gente normal. Coges un grupo heterogéneo y que tengan ciertas habilidades artísticas es muy difícil. Siempre hay alguno, pero esa idea romántica de que la locura y la creatividad están unidas no existe, porque la primera anula a la segunda", explica. Aunque, eso sí, "algunos tengan cierta mano".
José Antonio es uno de ellos. Además de haber sido partícipe del premio logrado en la vecina ciudad castellana, muchas de sus obras lucen en los accesos del centro de rehabilitación o en el propio Hospital Psiquiátrico. Ahora, se centra en rematar un bonito paisaje montañoso. "Cuando acaban los cuadros se los atribuyen a sí mismos y eso les da autoestima, seguridad. Aunque luego haya pocos que empiecen otro sin estar detrás", insiste Mariaca. Acuarelas sencillas y lápices de colores suelen ser los materiales preferidos por los enfermos.
El equipo del Centro de Rehabilitación Comunitaria, donde conviven psiquiatras, psicólogos, enfermeras, un trabajador social y monitores con capacitaciones especiales para desarrollar los distintos talleres, trabajan también mediante un tratamiento asertivo-comunitario, que va hacia el usuario, enseñándole otro tipo de habilidades más generales para su día a día. Es importante ir hacia ellos si no acuden al centro por uno u otro motivo y saber por qué, acompañarles a las consultas de otros especialistas o a sus gestiones sociales o personales si no son capaces de hacerlo y, poco a poco, enseñarles a tomar la iniciativa.
"Trabajamos desde los hábitos de vida cotidiana hasta las áreas motrices, la capacitación de higiene y alojamiento, o enseñarles a cómo aprovechar el ocio y dónde realizarlo; y, sobre todo, crear una conciencia de enfermedad, hacer un seguimiento psiquiátrico y de la parte de tratamiento farmacológico", enumera Hernanz.
Todo ello complementa a los programas de rehabilitación psicosocial, donde se incluye el taller de pintura. Pero hay más. Cada paciente se decanta por la o las actividades que más le interesen en función de sus capacidades: Futbito, cerámica, carpintería, cestería, textil, pala, monte... Y también teatro, otra habilidad puramente artística que les ayuda a sentirse más partícipes de la sociedad en la que viven. "Es una forma de quitar el estigma de la enfermedad, de que la gente vea que personas que tienen un problema grave pueden participar en una actividad comunitaria. Para el que toma parte, también sirve para trabajar la memoria, la atención, la concentración, la capacidad de interrelación con otros o el miedo escénico", advierte la responsable del centro. Puro arte rehabilitador.