vitoria. Competencia ilegal desde los talleres clandestinos y menor volumen de reparaciones en los legales. La automoción atraviesa un momento difícil a cuenta de la crisis y, como reconoce el propio secretario general de la Asociación de Emprerarios alaveses del sector, Fernando Díaz, hay negocios que no han visto entrar un sólo coche en todo un mes. "Con la actual situación, muchos propietarios tratan de alargar la vida de sus vehículos sin llevarlos al taller. Un error, porque a la larga la factura de la reparación es mucho más elevada", explica.

Las pequeñas tareas de mantenimiento, como las revisiones y los cambios de aceite, también se aplazan todo lo posible. Algo que perjudica y acorta la vida de los motores. "Hablamos de máquinas que, como tales, requieren de un mantenimiento. Es imposible que funcionen bien si no se revisan", insiste Díaz.

Al reducirse el número de siniestros, la actividad de los talleres se ha recortado proporcionalmente. Algo que, sumado a los efectos de la recesión, afecta fundamentalmente a los negocios más antiguos. "Los talleres de gente joven llevan bien la situación. Son más dinámicos y buscan la forma de acercarse al cliente. Se publicitan, acuden a concentraciones, llaman por teléfono y envían correos electrónicos. Sin embargo, los talleres históricos creen que con abrir la persiana basta para que lleguen los clientes. El sistema les ha funcionado toda la vida y no ven porqué no ha de hacerlo ahora. Como mucho bajan unos euros el precio de la mano de obra, pero no se dan cuenta de que el cliente mira la atención y la calidad incluso por encima del precio", disecciona Díaz.